viernes, 31 de julio de 2015

Seiteki Amigo


Ya casi era la hora, el rodaje estaba a punto de acabar y la verdad es que empezaba a impacientarme. Presenciaba en silencio desde detrás del decorado como mis compañeros finalizaban la toma… y bueno… también a él. Desde que empezamos a grabar Nobuta wo Produce le notaba cada vez mas extraño, en ocasiones me daba a entender que se insinuaba, ¿acaso Yamashita sentía algo por mí? En ese momento me dirigió la mirada, nada más terminar la secuencia, y yo nervioso me oculté, intentando pasar desapercibido. No era capaz ni de observarle.

-Bien, se acabó por hoy, gracias por vuestro arduo trabajo, nos vemos mañana –sonrió el director, abandonando posteriormente la sala junto a los demás actores que ya comenzaban a hacer planes para salir por ahí. El final de la serie se acercaba y no sabía bien qué pensar, ¿la amistad que mantenía con Tomohisa perduraría más allá?

-Eh, Kamenashi… -escuché, recorriéndome un escalofrió ya que se aproximaba repentinamente hasta mi posición –tengo que quedarme a repasar unas escenas, ¿me ayudas? –sujetó mi hombro, provocando un temblor generalizado por todo mi cuerpo.

-Es que… tengo que irme… ¿no podría hacerlo otra persona? –me reí de forma tonta, rezando prácticamente por ello.

-Venga, será sólo un momento, prometo no tardar –me guiñó un ojo y se distanció, despidiéndose del resto del reparto que poco a poco abandonaba el lugar, dejándonos solos, precisamente lo que menos quería en aquel instante –y bien… -cerró lentamente la puerta de clase -¿empezamos? –mirando a todos lados asentí, colocándome otra vez junto a él.

-Adelante… -mostré una sonrisa forzada, esperando a que diese él el primer paso. Se tomó su tiempo pero me sorprendió como de costumbre con su actuación, era una maravilla verle cambiar de personalidad para hacer de Akira. Contemplando la escena atentamente, me dejé llevar por el guión.

-Shuji … -me sujetó las caderas, poniendo la barbilla a la vez sobre mi hombro, estaba ya acostumbrado a ese tipo de contacto, debía pegarse a mi personaje en casi todos los capítulos, aunque lo que mas me llamaba la atención es que todo aquello lo inventaba él mismo, una muestra más de su profesionalidad.

-Kusano… -rechisté, viendo que ponía morritos. La verdad es que aún seguía tiritando, y ahora más.

-Shuji… -repitió mi nombre repentinamente serio, haciendo una pequeña pausa -¿qué… opinas de mí…?

-¿Eh…? –me sorprendí al ver que aquello no tenia nada que ver con lo siguiente que debía decir –no entiendo… 

-¿Qué piensas…? –se pegaba cada vez más, hasta que prácticamente podía sentir su aliento en mi nuca -Kame…

-Pues… –solté una carcajada de lo más infantil, aprovechando para apartarme un poco -¿por qué preguntas eso? No sé… eres un buen amigo, me gusta mucho trabajar contigo… -dejé escapar de nuevo una risa, pretendiendo cambiar de tema -sabes que te admiro demasiado, estoy aprendiendo mucho de ti, así que gracias… –hice una prolongada reverencia –cuida de mí de ahora en adelante, por favor –sin embargo no obtuve ninguna respuesta o reacción. Tragando saliva, le miré de reojo, percatándome de que me visualizaba de forma arisca.  

-¿De verdad? –se mostró de repente inesperadamente feliz, haciéndome soltar un suspiro de alivio –pues tú a mí me pones… -regresó al instante a su estado tétrico, sujetando el cuello de mi camisa para atraerme hacia él y besarme. Me quedé paralizado por la impresión, sin saber muy bien qué hacer en respuesta a ello -¿no vas a decir nada…? –sus manos tocaban levemente mi trasero. Yo por mi parte continuaba igual de asombrado, no era capaz de moverme –entiendo… -repitió de nuevo la acción, pegando los labios a los míos mientras intentaba meter los dedos por debajo de mi uniforme. 

-¡Espera! –le empujé, tratando de ser lo más cuidadoso posible –no entiendo nada, ¿qué estás haciendo…?  

-No hay mucho que entender, me gustaría tener sexo contigo… -resopló, echándose el pelo hacia atrás. Yo agaché la cabeza muy sonrojado, ¿quería acostarse conmigo de verdad…? –vamos… -me obligó a mirarle. Para mi desgracia estaba realmente guapo en aquel momento –sólo será un poco, pero al menos déjame intentarlo, seguro que te gusta… -pasó la lengua por mi rosto, haciéndome ruborizar el doble -¿qué me dices a ello…? –me aferré a sus brazos e inesperadamente asentí –perfecto… -él mostró una expresión de satisfacción y poder, forzándome a retroceder despacio hasta la pared.

-Pero… yo nunca he estado con un hombre… -susurré asustado –no sé si me gustará… 

-No podrás saberlo si no lo pruebas nunca… –me quitó primero el cinturón, dejando que mis pantalones fuesen a parar directos al suelo, estaba tan delgado que era lo único que los mantenía en su sitio –juro que te hare pasar un buen rato… –encogí las piernas mientras él se ponía de rodillas para estar frente al inesperado bulto que se marcaba bajo mi ropa interior-¿te da vergüenza que te vea desnudo? 

-Un poco… -me mordí el dorso de la mano, angustiado e impaciente a la vez por notar alguna atención en esa zona. Riéndose roncamente pegó la boca, moviéndola lentamente sobre el calzoncillo, algo que me hizo perder la cordura. 

-Tranquilo, me gusta tu cuerpo… –intentó demostrarlo llenado mis muslos de caricias –no puedo creer lo que me he estado perdiendo todo este tiempo…  -bajó la voz, supongo que pretendiendo no ser escuchado. Tras aquellas palabras expuso mi miembro algo duro para poder degustarlo. Estaba confuso, jamás hubiese esperado que se le diese tan bien chupar las partes intimas de un chico, las rozaba con la lengua de arriba abajo provocándome ahora una buena erección. Sus carnosos labios recorrían todo el largo, sacando de los míos algún que otro gemido. No podía creerlo, pero me estaba sintiendo realmente bien. 

-Yamashita… -le agarré firmemente por el pelo, ladeando la cabeza también. Necesitaba sentir su saliva aún más, pero empezaba a temer que el semen saliese de un momento a otro. Nunca antes habían jugado así con mi hombría ni con los testículos como él lo hacia –creo… que voy a correrme… -sollocé aturdido por la impresión que podría causarle venirme tan precipitadamente, pero no pude aguantar mucho más, en cuanto me pellizcó los genitales acabé soltando gran parte de aquella sustancia blanquecina sobre su rostro –perdona… -desvié la mirada, increíblemente avergonzado.

-Eres adorable, ¿te disculpas por gustarte demasiado lo que hago? -me robó nuevamente un beso, terminando por fin de desvestirme, excepto por la corbata, que la dejó en su sitio –lo siento, se trata de un pequeño fetiche… –me hizo caminar en dirección a uno de los pupitres, recostándome encima. Ahora sí que estaba conmocionado por el hecho de que me viese completamente desnudo. Me abrió de piernas y exhibió también su enorme pene, lo miré entre asombrado e incrédulo –no pasa nada, suelo ver a menudo esa expresión… –bromeó de una manera que me hizo sentir incluso mal. Si, se podría decir que me puse celoso ante aquel estúpido comentario. 

-A mí no me parece tan sorprendente… -devolví la jugada, ansiando buscar una muestra de enfado por su parte. Inesperadamente introdujo el glande en mi interior, provocando que gritase de dolor.

-¿Estás seguro…? -sacó la punta del miembro de nuevo y lo deslizó por el contorno de mi pecho. Se masturbaba por cada zona que le apetecía, primero contra los pezones, luego por el ombligo y tras ello usó las plantas de los pies. Tímidamente empecé a moverlos para ayudarle. Los gemidos no se hicieron esperar, su rostro era de lo mas excitante, parecía que fuese a babear por la sensación. 

Cuando estuvo ya dichoso por mis repentinas atenciones, se agachó un poco para poder lamerme la entrada, procurando así dilatarme. Sabía que era primerizo y que no sería capaz de penetrarme si el orificio no daba más de sí. Estimulaba mi trasero con la lengua, la movía rápidamente a la vez que apretaba las nalgas entre sus dedos, pretendiendo marcarme con algún que otro mordisco. Anhelaba que se adentrase en mí de una vez y él parecía adivinar mis depravados pensamientos. No se hizo rogar mucho más y acabó embistiéndome de forma violenta, llegando a mover incluso la mesa. Por supuesto que obtuvo de mí un par de chillidos. 

Me retorcí a punto de llorar por la fuerza que ponía en cada sacudida, y es que no esperaba a que mis paredes dejasen paso y le permitiesen desplazarse con mayor facilidad hasta el fondo, meneaba las caderas, haciéndome creer que me desgarraría de un momento a otro.

-Me haces daño… -imploré casi sin voz que aminorase la velocidad, pero no me hizo caso, continuó sacudiéndose adelante y atrás –Yamapi… -jadeé su nombre, dolorido. 

-Quieres que te la meta hasta dentro, ¿verdad? –me arrebató la prenda que antes me había dejado, atándomela al pene con fuerza, sin ningún miramiento o compasión. 

-¿Qué… vas a…? –interrumpió mi pregunta, besándome apasionadamente.  

-Ahora lo verás… -me bajó del pupitre para colocarme ahora de espaldas a él. Yo me apoyé confuso en el escritorio, sintiendo de nuevo que introducía todo su miembro en mí. Aferrado a un extremo de la corbata, comenzó a tirar hasta dejarme sin circulación en la entrepierna. Mis gritos resonaban por la sala, deseando que se compadeciese de la situación en la que me encontraba – Kazuya más… muévete más… -golpeó mi pecho contra la madera al apoyarse en los omoplatos. 

Por un segundo pensé que perdería la conciencia ante tantas emociones, aunque lejos de ello sonreí una vez me acostumbré a sus penetraciones, hasta que tocó en mi interior cierto punto que me volvía vulnerable. Jamás había experimentado semejante deleite, me encontraba bastante más calmado, dedicándome a hacer disfrutar a ambos. Con un par de vaivenes más pude sentir que me impregnaba con su esperma, llegando a consecuencia de ello hasta un orgasmo lo bastante intenso para empezar a replantearme mi sexualidad. 

-Tomo…  -agotado me dejé caer de rodillas en el suelo. Yamashita no fue capaz de sujetarme e irremediablemente me golpeé justo en la cara con un hierro del pupitre.

-¿Estás bien…? –agarró mis pómulos entre sus manos, aparentemente asustado. 

-Sí, no te preocupes… -me sobé la mejilla, ansiando calmar el malestar.

-¿Hay alguien ahí…? –escuché inesperadamente una voz familiar, sin darme tiempo a reaccionar. Anonadado, comprobé que la chica protagonista del dorama nos pillaba una vez finalizado el coito, mirándonos no mucho más asombrada que yo a ella -¡lo siento! –elevó la voz, con el rostro bastante sonrosado –vi luz y pensé que… -se quedó callada, provocando un ambiente hostil, aunque no para mi amante, que aprovechó y desató el nudo que rodeaba todavía mi miembro, mostrando una radiante sonrisa -ya os dejo solos… 

-Mejor… -chasqueó la lengua, cubriéndome con su chaqueta –tengo que seguir produciéndole –los pasos de Horikita se alejaron corriendo tras aquella explicación tan libertina. Por lo demás no sabía si llorar o pedirle que me volviese a follar.
___
-Buenos días… -entré al rodaje, temiendo que ya estuviese allí, pero mi miedo no tardó en hacerse realidad. Se encontraba apoyado en la ventana, esbozando una mueca divertida y también una mirada tierna. Por un momento pensé que estaría esperándome, ya que se encontraba solo.

-Hola, Kamenashi –me revolvió el pelo, pasando después de largo para ayudar a los demás a prepararlo todo. Necesitaba hablar de lo ocurrido, no estaría tranquilo hasta saber si lo que sentía por mi era una simple atracción o algo más allá.

-Yamapi, tengo algo que… -le seguí, encontrándome con su rechazo varias veces.

-Ahora no, además, no tenemos nada de qué hablar, ¿verdad? -la desilusión que recibí con aquella respuesta me hizo asumir la realidad, sólo se trataba de algo pasajero para mi compañero de trabajo.

-Pero… lo que sucedió… -supliqué, contemplando impactado que se alejaba. Tal vez fui demasiado estúpido teniendo la esperanza de significar algo mas para él. Cabizbajo y deprimido ya que no parecía querer dirigirme ni la palabra, me fui a arreglar y maquillar el pequeño moratón que tenía en la cara, listo para poner un final al último episodio de lo único que parecía unirnos ya. Cuando entré en el aula algo me chocó, y es que el resto de compañeros del elenco murmuraban mirando a la pizarra. Al girarme abrí en exceso los ojos, un mensaje inmenso estaba dibujado en ella, un mensaje que tal vez para el resto fuese un simple garabato, pero para mí estaba lleno de significado, uno que sólo podía entender yo.

 Gracias por lo de ayer Shuji, I love you”

-Gracias por todo, Kazuya… -apareció por detrás, susurrándome al oído. Abochornado por ser el centro de atención, me llevé una mano a la oreja, ¿podría considerarlo el comienzo de algo nuevo? Mirándome de la forma más cálida que alguien puede mirar, se sentó en el pupitre en el que hacía escasas horas lo habíamos hecho, el suyo. Poco importaba más, excepto que no pude volver a hablar con Maki de una manera al menos normal.

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