Hacía tiempo que no le veía, últimamente mi trabajo me lo impedía,
así que decidí hacerle una breve visita que finalmente se prolongó. Sentado
frente a Koichi ambos manteníamos una interesante conversación que fue
interrumpida por culpa de un muchacho un tanto maleducado. Me percaté de que
alguien se encontraba al otro lado de la puerta cuando quité las gafas de mi
rostro y dirigí la mirada hacia el espejo que tenía justo en frente. ¿No
sabía qué es de mala educación espiar las conversaciones ajenas?
-He de irme ya, tengo que cumplir con mis obligaciones –sonreí, agitando la mano en el aire en forma de despedida y agarré después mis pertenencias. Lentamente me dirigí a la salida y cuál fue mi sorpresa al comprobar que nuestro pequeño intruso aún se encontraba allí. El hasta ahora “tema de conversación” me miraba fijamente con una expresión extraña, aunque por algún motivo aquello me causo alegría y a la vez diversión. Quería comprobar su reacción si me veía a escasos centímetros suyos.
Me encaminé decidido hasta él y pude sentir como olisqueaba el
aroma que desprendía mi cuerpo, pero lo hacía disimuladamente. Tras ello me
pegué a aquella persona desconocida, mirándola fijamente y bajé la cabeza ya
que su tamaño era considerablemente inferior al mío.
Aquello era para mí como un ameno juego, cuanto más me acercaba, más
retrocedía él, un tira y afloja eterno. No podía moverse y fue en ese entonces
cuando sus ojos se encontraron con los míos. Una sucia idea rondaba por mi
mente, el impulso recorría mis venas y por alguna extraña razón de lo más
alocada deseé besarle. Mi ansia comenzaba a hacerse presente, elevé un poco las
manos dispuesto a agarrar su mejilla para después posar mis labios sobre los
suyos, no obstante alguien pronunció mi nombre, haciéndome volver a la
realidad.
-GACKT, su vehículo le está esperando, dese prisa -dijo mi
manager. Parecía nervioso debido al desorden de los ajustados horarios. Asentí
molesto y me agaché pretendiendo volver a recuperar el hilo de lo sucedido.
Sentía su aliento realmente cerca, frustrado le devolví aquella sensación de
locura que me provocaba con tan solo respirar. Solté un liviano suspiro que fue
a parar a su oreja.
-Pequeño, no está bien espiar detrás de las puertas… -chasqueé la
lengua -me hubiese gustado enseñarte que eso no es correcto mediante algunas acciones,
pero me tengo que ir, ya te educaré la próxima vez -susurré en su oído y me
aparté, riéndome mientras me marchaba a terminar los compromisos ya pactados.
No podía creerlo, cuanto más le dejaba atrás mis ganas por
retroceder se hacían mayores, ¿Qué me estaba ocurriendo…? Pensé que lo mejor
era olvidar lo sucedido, probablemente no volvería a verle jamás, sería mejor convencerme
a mí mismo de ello. Sabía que me costaría expulsar de mi mente sus tímidas reacciones
que le hacían de lo más dulce, su profundos ojos o aquel rostro. Negué para mí
mismo una y otra vez, a partir de ahora nada de eso había sucedido, no podía
encapricharme por un simple encuentro.
Montado en el auto deseé distraerme por todos los medios aunque
sin mucho éxito, miraba las calles mojadas por culpa de la lluvia. Debía
centrarme en trabajar y dar lo mejor de mí. Durante el resto del día lo pase
así, atareado por las labores, estaba exhausto, no paré ni un segundo. Cuando
fui capaz de regresar a casa me dejé caer en la cama, quité parte de mi ropa
tirándola por ahí y poco a poco el cansancio hizo mella en mí, debería estar
acostumbrado pero sin darme cuenta acabé dormido en cuestión de minutos.
___
Desperté enfurecido, no aguantaba más y eso mismo me demostró mi
dura entrepierna. Se acabó, tras aquello me di por vencido, no lo soportaba,
necesitaba verle. Sabía que no estaba actuando bien, pero me encaminé hasta
aquel lugar a regañadientes, ya que probablemente encontraría allí a la persona
que podría ayudarme. Toqué la puerta del camerino de mi compañero Domoto y
esperé una respuesta que no encontré. Me adentré hasta la habitación y sí, efectivamente
no había nadie, ¿qué se supone que tenía que hacer ahora? Probablemente no tardaría
mucho en llegar. Mis dedos treparon solos hasta la sien y furioso por el lio
mental que se apoderaba de mi cabeza la apreté. Me controlaría, me calmaría si veía
a mi compañero aparecer por los pasillos, la bestia se quedaría encerrada en
ese cuarto hasta que fuese reprendido por su amigo.
Sentí la puerta abrirse lentamente, menos mal. Apretando los puños
esperé encontrarme con su rostro de sorpresa al verme allí, sin embargo el
sorprendido no fui otro que yo mismo cuando vi aparecer ante mí a aquel muchacho.
¿Por qué…? Había decidido controlarme, quise contenerme pero no fui capaz. Me
incorporé de golpe, dirigiéndome hasta él y le cogí del brazo. Estaba realmente
feliz, por algún motivo era así y no podía evitar expresarlo, aunque me di
cuenta que mi sonrisa más que de alegría por nuestro encuentro representaba la
malicia y la perversión. Le tiré de mala manera contra el sofá y eché la llave
a aquel oscuro cuarto, prohibiendo dos cosas, la entrada de alguien o su huida.
La bestia había despertado. Todo era tal y como sucedió en mi sueño, el más
húmedo que había tenido hasta el momento.
-Volvemos a las andadas, eh… -me acerque a él, situándome encima
suya. Percibí como una vez más aspiraba mi perfume, algo que verdaderamente me
excitaba -¿debería enseñarte modales? -sin darme cuenta yo mismo posé mis
labios sobre su oreja y empecé a besarla con relativo cuidado. Hizo amagos por
apartarme, aunque realmente deseaba que continuase.
Puesto que no sentía un rechazo directo me arrimé todavía más,
obligándole a tumbarse completamente. Con una mano le agarré ambas muñecas y
las coloqué sobre su cabeza, dejándole indefenso en aquella postura. Saqué la
lengua de entre mis labios y lamí primero el interior de su oído, recreándome en
ello. No podía parar, aún menos cuando escuché el ligero sonido placentero que
emitió. Dejé escapar una risa mientras metía una de las manos por debajo de la
ropa, tocando así su torso. El supuesto castigo nos aportaba placer y éxtasis a
ambos.
-¿Qué pasaría si ahora alguien nos espiase?, ¿cómo te sentirías al
ser observado en esta situación? –antes de que pudiese darse cuenta me deshice
de su camiseta -para ser joven tienes un buen cuerpo -pronuncié asombrado. Me
dediqué a mirarlo fijamente sin darme cuenta siquiera del tiempo que
transcurría y una vez vi satisfecho mi deleite visual, me agaché y comencé a
besarlo. Seguía oponiendo resistencia, no obstante yo estaba centrado en
hacerle gozar y no reparé en que comenzó a llorar hasta más tarde. Cuando me
percaté de ello le miré angustiado. ¿Qué ocurría?, ¿había hecho mal? –Chico, ¿estás
bien…? -no sabía bien que decir, o como tratarle ante tal situación. Esperaba
una respuesta que no llegaba, así que hablé de nuevo -contéstame… -me hice el
fuerte, mostrando seriedad ante él.
-No sigas, detente… -pronunció con un tono de voz ahogado, sin
dejar de llorar. Impresionado por sus palabras le solté, ¿le había forzado…? Me
levanté y tras ello a él, abrazándole intensamente. Noté que entre mis brazos
comenzó a calmarse un poco y verle más tranquilo me alivió también a mí.
Transcurridos unos minutos le aparté y me senté, acomodando al chaval sobre mis
piernas.
-Quiero tener sexo contigo, sé que soy directo pero también
sincero -me salió solo, quise decirle la verdad y lo solté sin tacto alguno.
Tras la justificada impresión de mi acompañante decidí proseguir desabrochándole
los pantalones y acaricié por encima su ropa interior. Sus pómulos se
enrojecían, era realmente tentador verle en ese estado.
-Para, no quiero, esto no
está bien… -apartó mis dedos de esa zona.
-No es culpa mía, desde que ese estúpido de Koichi me habló de
ti quise conocerte y justo apareces ante mí, tentando –las insistentes
fantasías volvieron a recuperar mi atención, provocando de nuevo una fuerte
erección –te tenía escondido y yo te he encontrado, si supiese que estamos en
esta situación, en su camerino, seguro que me mataría…
-¿Te ha hablado de mí…? –asentí, afirmando a aquella inocente
pregunta. En ese momento cambió su actitud drásticamente. No sólo se dejaba
hacer, también actuaba él. Abrazando mi cuello empezó a acercarse lentamente y
noté que posaba su boca sobre la mía. Mi expresión mostró verdadero asombro, incluso
me paralicé completamente, mi corazón latía descontrolado. Metió su lengua
entre mis mojados labios, buscando la mía.
Conseguí tumbarle de nuevo de una manera un tanto bruta contra el
sofá y al abrir la boca a causa del choque de su espalda contra el sillón, metí
la lengua esta vez yo, deslizándola desesperado hasta el fondo. Hubo un par de
ocasiones en que llegué a dejarle sin respiración, todo un logro para mí. Me hice
a un lado para que recobrase el aliento y tras dedicarle una exhaustiva mirada
llevé mi mano hasta su miembro, acariciándolo muy despacio.
Poco a poco el pequeño se sintió más cómodo y yo pude masturbarle
con mayor velocidad. Gemía, lo cual era buena señal. Aumentando aún más el
ritmo tuve la necesidad de saborearlo, lamí su glande como un verdadero vicioso.
Su boca se abrió demasiado, permitiéndome meter un dedo en el interior. Me
encantaba la sensación de humedad que palpaba y acabé llevando la yema hasta el
curvado trasero de mi acompañante. Rocé la entrada, introduciendo varios
intentos después parte del dedo. Le vi encogerse ante aquel acto y se aferró a un
cojín que recogió del frío suelo, yo volví a sonreír, enseñando los dientes. Al
moverme en su interior se le escaparon varios gritos lastimeros y a medida que
me adentraba, el sonido aumentaba, ¿sería su primera vez? Estaba bastante
prieto. Llegué al fondo con bastante dificultad, aun habiendo sacado y metido
el dedo repetidas veces, sin parar. Su miembro estaba duro, parecía bastante
sensible y entre tanto gemido y sollozo aproveché para introducir el pulgar
también.
-¿Te puedo llamar por tu nombre…? -preguntó. No podía negarme al
verle en ese estado, así que le permití hacerlo – GACKT, me corro… -tras
pronunciar aquellas palabras culminó, manchándome a mí y a sí mismo. Le costaba
respirar y me observó fatigado, más bien centró su mirada en mi entrepierna. Me
quité los pantalones y seguidamente el short. Creo que se asustó al ver el
tamaño de mi miembro, yo lo cogí con una mano y lo aproximé hasta su
retaguardia.
Restregué la punta por el trasero e hice fuerza en el orificio.
Gimió bastante alto, probablemente podrían escucharnos, pero me dio
completamente igual, sólo podía pensar en entrar con todas mis fuerzas. Comencé
a penetrarle haciendo uso del glande, debió sentirse dolorido ya que gritó y se
aferró a mí. Clavó las uñas con tanto ímpetu que llegó a hacerme heridas. No
importaba cuantos arañazos pudiese dejarme, me movía en su interior y era
maravilloso. Jugaba con él como si fuese un juguete, estaba a mi entera
disposición. Elevé sus piernas y una vez las deposité en mis hombros, conseguí
entrar hasta el fondo. Las lágrimas inundaban su cara otra vez, no podía parar.
De mi parte recibía intensas sacudidas y la rapidez de las mismas fueron
aumentando.
-Más, más… -jadeaba una y otra vez. Le embestía incitado por sus
palabras y no me di cuenta de la hora hasta que comencé a agotarme. Quise venirme
en su interior y no dudé en hacerlo. Solté un sonido placentero mientras le llamé
por su nombre, evitando alzar la voz. Él fue agradecido y poco después se
corrió por segunda vez. Dejé caer todo mi peso encima del muchacho, sin haber
salido aun de su interior. Acariciaba mis cabellos y yo ocultaba una mueca de
regocijo en mi rostro.
-Vaya, Yamada, en mi sueño no eras tan bueno… –mis párpados se
cerraron y exhalé un suspiro debido al cansancio.
-¿Gracias…? –pronunció desconcertado–contéstame a algo, GACKT… -le
miré esperando a que formulase la pregunta -¿qué perfume utilizas…?
-Platinum Egoiste de Chanel, ¿por qué? –volví a pegar mis labios a
los suyos, rozando ambos la nariz. Alguien entró de repente en la estancia, ¿de
qué había servido el pestillo? Era Koichi. Podría decirse que me resultó
vergonzoso lo sucedido en su camerino, pero Ryosuke estaba aún peor que yo. Le cubrí
y agaché levemente la cabeza a modo de disculpa, aunque pareció tomárselo más
bien como una ofensa.
-Tendré que pedir que arreglen la puerta… -mencionó claramente
enfadado y se dio la vuelta, marchándose por donde había venido. Me reí por no
llorar, menuda situación más extraña, aunque de algo había servido, comprobé que
los encantos de Yamada no eran rumores.
___
Se acabó durmiendo, le dejé allí recostado, y me dirigí al
escritorio cogiendo un trozo de papel y un bolígrafo.
“Mi
fantasía se cumplió, espero volver a verte y así podrás confirmarme lo que creo
ya saber, ¿acaso soy el único que se sintió atraído la primera vez que nos
vimos?
GACKT”
Al lado de aquella nota dejé una muestra, una muestra de aquel
perfume que tanto parecía gustarle.
Volvimos a vernos, sí, contacté con él de nuevo y encontré la
felicidad a su lado, pero eso ya es otra historia. Sin darme cuenta me había
obsesionado con ese chico hasta el punto de sentir algo más profundo y tal vez
especial. Por el momento ser amantes estaba bien. Respecto a Koichi… no debió
leer mi nota, la dejé en su ropa, es posible que la lavase o directamente
acabase en una papelera.
“Siento
habértelo robado”
Ahora no me dirige la palabra…
Omg wahahaha pobre Koichi!!! Debió de haber sido impactante ver eso!!! >___< Quiero conti!!! Algo me dice que GACKT y Yamada serán pareja pronto...
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