Aquella noche pensé que todo había acabado, que nada tenía sentido ya. Implorando a las estrellas que me diesen una respuesta, esperaba estático frente a la parada del bus. No lo entendía, pero la persona a la que entregué toda mi vida acabó echándome de la suya, ni explicaciones, ni un mínimo de compasión, era momento de olvidar.
Cuando
quise darme cuenta no sólo lloraba yo, también lo hacia el cielo reflejando mi
dolor. La lluvia era tan intensa que en el fondo me tranquilizaba, aun así era
hora de marcharme. En ese momento, un autobús se detuvo delante provocando que
mis pensamientos se esfumasen, tal vez fue el destino o no, pero mi vista se
posó en uno de los viajeros, tanto que sentí que me enamoraba a primera vista.
Mis pies comenzaron a correr solos hasta subirme a aquel transporte, aunque
fuese en dirección opuesta a la mía quería conocer al hombre que captó toda mi
atención.
Empecé a recorrer con ansiedad
el pasillo que me llevaba a los asientos de atrás, ni si quiera se dio cuenta
de mi presencia, algo que me afectó claramente. Aquel extraño continuaba mirando
por la ventanilla sin permitirme ver su rostro a la perfección. Adecentándome
un poco, limpié mis
ojos rojos y demacrados, no quería que se llevase una mala impresión nada más
vernos. Al fin me detuve a su lado y me armé de valor para posar la mano sobre
su hombro, por favor tiempo, detente, recé.
___
Un leve contacto me hizo girar
para encontrarme de cara con un chico, un chico bastante alto que sonreía
forzadamente. Sorprendido, esperé una respuesta por su parte, aunque se veía tan
nervioso que no parecía querer dar el primer paso. Su mirada aunque alegre
reflejaba en el fondo tristeza, tal vez tanto como la mía.
-¿Sí? –hablé al fin, intentando
que prosiguiese, pero éste se tomo su tiempo hasta que al fin titubeó.
-Encantado, soy Keiichiro…
¿estás… solo? –al escuchar aquellas palabras me quedé perplejo, tanto que no
sabía que responder –perdona… -se disculpó, haciendo una pequeña reverencia
-¿puedo…? –señaló al lado, pretendiendo claramente sentarse junto a mí, tan
solo asentí.
___
Avergonzado,
tomé asiento, ambos contemplábamos lugares distintos pero al fin nos echamos un
vistazo de reojo. Su pelo oscuro me dejaba sin aliento, me preguntaba si era la
persona más bella que había conocido hasta ahora. Observándole afirmaba
aquellas dudas, sobre todo cuando sonrió levemente. Existían los ángeles y tenía
a uno delante.
-Shigeaki,
encantado también –tendió su mano, esperando un apretón de la mía, no iba a
negarme.
-¿Y… adónde vas…? Shige… –me tomé la confianza de
acortar su nombre. Este agachó levemente la cabeza, partiéndome el corazón.
-No lo
sé… -susurró, mordiéndose aquel precioso labio inferior, que hasta hace nada
dibujaba una mueca de alegría. Allí nos encontrábamos ambos, viajando sin rumbo
para mi dicha. Sentí una angustia tan inmensa que no pude evitar abrazarle con
fuerza contra mi pecho, no soportaba verle mal. Un relámpago surcó el cielo
avisando de la inminente tragedia que estaba a punto de suceder. El bus se
detuvo de repente, las olas del mar se acercaban intentando arrastrarnos con ellas,
la tormenta quería hacerse presente.
-Disculpen,
aquí termina el trayecto, deben bajarse –escuché advertirnos al conductor.
Aunque los dos nos miramos con miedo entendimos que las carreteras estaban
cortadas, tendríamos que buscar algún lugar donde resguardarnos.
___
Estaba temblando, la sola idea
de salir fuera con tal temporal me mataba. De repente sus dedos se entrelazaron
a los míos, armándome de valor, estaría conmigo hasta que todo pasase ¿verdad? Nos encaminamos inseguros entre las inclemencias del tiempo, nada podría con nosotros.
-Gracias… -me aferré a su brazo,
él se ruborizo tal vez al sentirme tan cerca. En ese preciso momento una idea
comenzó a rondar mi cabeza, ahora no era momento de pensar en aquello ya que
probablemente seria imposible, aunque no podía parar de darle vueltas.
Pretendiendo recordar me acabé despistando, al menos lo suficiente para no ver
la teja que estaba a punto de caer sobre mí.
-¡Cuidado! –gritó, apartándome
del camino en el justo momento que esta se estampó contra su cabeza. Mis ojos
observaban atónito como ahora yacía en mitad de la calle, sólo deseaba que todo
fuese una pesadilla, una cruel y horrible pesadilla.
___
Algo
aturdido abrí los ojos, me encontraba en una habitación bastante oscura. Me di
cuenta de que una venda cubría mi frente cuando la toque bastante dolorido,
¿qué había ocurrido? Aunque algo tenue, oí unos sollozos, provenían de mi
acompañante. Aquel muchacho que acababa de conocer se encontraba tumbado a mi
lado, gimoteando. Me aparté nervioso, cayéndome por el borde de la cama. Al sentir
el golpe se despertó bruscamente.
-¿Estás
bien…? –me sujetó de la muñeca, pretendiendo cargar con todo mi peso y subirme
de nuevo.
-Sí… o eso
creo… -regresé al colchón con su ayuda -¿que ha pasado…? –me arrodillé aun
confundido. Tal vez al preguntar aquello comenzó a lloriquear como un niño
pequeño –esto… ¿eh…?
-¡Lo
siento! Con el viento que hacía el tejado de una casa se desprendió y te cayó
encima, perdóname, si hubiese prestado atención no tendrías que haberme
sacado del camino, es todo culpa mía… -continuó lamentándose y preocupándose
por mi, algo que me encantaba –ojalá… me hubiese ocurrido a mí… -enfadado por
aquel comentario, le besé con fuerza para que no pudiese continuar hablando.
-Ni se te
ocurra decir eso… ¿me oyes? –mientras le reprendía caí en que nuestras bocas
acababan de unirse, fue algo inconsciente pero maravilloso –ah… ¡perdóname tú
ahora a mí! –negando con la mano se acercó de nuevo, correspondiéndome. Sus
labios sabían tan bien, que me haría daño las veces que hiciese falta si la
recompensa era aquella. Al ver que no
era capaz de responderle por el desconcierto que sufría, decidió apartarse.
-Ya que
estás bien puedo irme, la ciudad se encuentra sin luz, pero ahora que la tempestad
ha amainado creo que todo volverá a la normalidad pronto… -poniéndose en pie
rozó mi mejilla con las yemas de los dedos, aquella sensual caricia me excitó
–pagaré el alojamiento, no tienes que preocuparte de nada más, recupérate y
cuídate mucho ¿vale? –cuando se dispuso a abandonar el cuarto, se lo impedí
tirándole contra la cama.
-¿Adónde
crees que vas…? –me subí encima, sin medir las consecuencias de mis actos
-¿piensas que voy a dejar que te marches así como así…? –volví a besarle
furioso por el intento de abandono –no te vayas, es peligroso y si
te pasase algo… yo… -musité desesperado, ahora solo había alguien que me
importase y no pensaba dejarle escapar.
___
No era capaz de huir de sus
caricias, nuestras lenguas se degustaban una y otra vez, encendiéndonos más de
la cuenta. Tal vez deliraba por los medicamentos ya que no paraba de pronunciar
cosas prácticamente inescuchables y extrañas, aun así sabia que en cuestión de
minutos ambos seriamos uno si nada ni nadie lo impedía.
Pronto se deshizo de mi ropa,
dejándome desnudo ante él, al ver que estaba alterado hizo lo mismo para estar
en igualdad de condiciones. Sus uñas se clavaban en mis pezones, poniéndolos
duros, al igual que mi miembro, ¿estaba bien entregarme cuando estaba en ese
estado? Quise detenerle, pero no atendía a razones.
-Para, estás herido… -detuve sus
tocamientos, pero en el fondo me encantaba sentir su piel. Como si leyese mi
pensamiento, me sorprendió.
-Es oscura, me gusta… -se
refirió a la mía, mientras prosiguió con los juegos sin importarle lo que yo
dijese. Los suspiros de placer que soltaba le incitaban a tener un encuentro pasional sin fin.
___
Estaba
decidido a tirármelo, aquellos hombros me chiflaban, asique mientras no me
pegase para que dejase de acosarle no pensaba retirarme. Tal vez por ser nuestra
primera vez juntos y considerarnos unos desconocidos, le intimidaba la
situación. Le veía apagado, como si no supiese que debía hacer. Una frase un
tanto estúpida se me vino a la mente, no es que fuese muy bueno con ello, pero
necesitaba provocarle costase lo que costase.
-Adelante, soy todo tuyo... –la cosa mas tonta que había dicho en mi vida. Me miró a
punto de reírse y yo me sentí idiota, aun así funcionó y respondió entregándose
por completo a mí. Ahora si iba a hacer de esto una noche inolvidable.
___
Cuando me di cuenta todo había
terminado, no era consciente de las horas que pasamos haciéndolo pero fueron
bastantes, demasiadas aunque no tantas como orgasmos tuve. Estaba tan agotado que
ahora el sudor recorría mi pecho, en vez del agua que me caló antes de llegar
aquí. Parecía que mi amante ya estaba durmiendo, así que me di la vuelta para
conciliar el sueño también, me daba algo de pavor observarle mientras no era
consciente de ello. Sus brazos me rodearon de repente la cintura, mientras su
saliva se dispersaba también por mi oreja.
-Has estado genial, casi me
vuelvo loco… -se río levemente, aunque algo soñoliento -¿podríamos repetir en
otra ocasión?
-Tal vez… -intenté parecer
bromista, aun así hablaba en serio.
-¿Me has curado tú...? –se señaló
el vendaje con una tierna risa.
-Sí, quise llevarte a algún
hospital pero no encontraba ninguna salida, todos los coches estaban varados y
era imposible pasar, lo más cercano fue este hotel, pude hospedarte aquí, temía
que te hubiese sucedido algo grave aunque por suerte no fue nada realmente y pude
atenderte con el botiquín que tenían en recepción… –tragué saliva, mientras me
observaba impactado, como si se tratase de la narración de alguna película de acción.
-¿En serio? Bueno… ya paro de
preguntas, debo ser bastante pesado… -tocó mi pelo dulcemente cuando nos
quedamos callados, pronto volvió a dirigirme la palabra -por cierto, siento si
corto el ambiente con esto, pero… no sé como agradecerte lo que has hecho por
mí, no sólo por cuidarme, antes de vernos en aquel autobús… yo… acababa de dejarlo
con mi pareja, mas bien me dieron la patada a mí, y es irónico que ahora nos
encontremos así cuando debería estar destrozado… -tal vez lo gracioso no fuese
eso, sino que a mi me había sucedido lo mismo poco antes de que apareciese.
-La mía también ha roto la
relación… -parecía contento ante aquello –no
sé cómo, pero solo necesitaba perderme por ahí, desaparecer, acabé en ese bus
sin darme cuenta y llegaste tú para animarme… -expliqué eso último con un tono
de voz aun menor.
-¿Pero eso no es genial? Ahora podríamos
tal vez… tú y yo… ¡todo es perfecto! Hemos pasado por lo mismo, saldremos adelante si nos
apoyamos el uno al otro, ¿no crees?
-Lo siento Koyama, pero… -se me
escapó, pude ver como el también reaccionó algo asombrado al escucharme.
-¿Koyama? Pero… si yo no te he
dicho mi apellido… ¿verdad…? –rápidamente me levanté, intentando que aquello
pasase desapercibido.
-Voy al baño, ahora vengo…
-escapé como pude, aunque tal vez ya fuese demasiado tarde.
-Espera… -le escuché rogar justo
antes de encerrarme en el servicio. Sentándome en el retrete, hice realidad mis
sospechas. Era Koyama Keiichiro, sí, sin duda era él.
___
-¿Por qué…?
-estrujé el papel que sostenía en mis manos, sólo me dejó una carta de
despedida. Me odiaba por no mantenerme despierto ya que se fue sin más, aunque
yo estuviese perdidamente enamorado ya, puede que no fuese lo mismo para aquel
chico. Aunque no tenia ánimo decidí leerla y que acabase conmigo de una vez por
todas.
“Querido Keii, una vez
más te pido perdón, no sabía cómo afrontar la realidad. Sentí temor y me vi
incapaz de plantar cara a todas las preguntas que me tendrías que hacer cuando
despertases, de verdad, perdóname…
No quiero que pienses
que no te aprecio, todo lo contrario, yo… te amo, te quiero tanto que incluso
duele, desearía estar ahí para poder abrazarte sin parar, ya que tal vez no lo recuerdes pero no es la primera
vez que nos vemos.
Cuando éramos pequeños
íbamos al mismo colegio, tu eras popular mientras que yo alguien a quien
maltrataban, el centro de todas las burlas y humillaciones. Yo te admiraba,
tanto que aquella vez cuando estuve a punto de recibir una paliza y tú me
salvaste, me enamoré de ti. Estoy tan agradecido de que siempre estés ahí para impedir
que me suceda algo malo, aun así sé que fue cobarde no confesarte lo que sentía,
¿pero cómo alguien como tú se interesaría por mí?
Al final acabé por no
saber nada mas de ti cuando entraste a secundaria, sin embargo eso no cambió mis
esperanzas e ilusiones por volvernos a encontrar, y así ha sido… aunque haya
estado con otras personas nunca me olvidé de aquel estudiante tan famoso que
estaba en una clase mas alta que yo, y que me ayudó a seguir adelante. Gracias
de nuevo, aunque en un pasado nunca te interesases por mi existencia, muchas gracias
por todo…
Shigeaki Kato”
-Shige… -respiré, buscando oxigeno sin obtenerlo realmente. La tinta
comenzaba a borrarse a causa de mis lágrimas. Había sido tan imbécil, yo que me
sentí mal cuando no se dio cuenta de mi presencia aquella noche, la noche en que
subí al bus que nos rencontró, y sin embargo él había sido ignorado por mi durante
tanto tiempo. Pero ahora ambos sentíamos lo mismo, algo me decía que aquella no
seria la última vez que tuviese cerca al único hombre que me llegó en tan solo
un día al alma, le encontraría allá donde estuviese ahora. Amaba a
alguien y me correspondía, era mi persona querida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario