jueves, 12 de junio de 2014

Chankapana


Aquella noche pensé que todo había acabado, que nada tenía sentido ya. Implorando a las estrellas que me diesen una respuesta, esperaba estático frente a la parada del bus. No lo entendía, pero la persona a la que entregué toda mi vida acabó echándome de la suya, ni explicaciones, ni un mínimo de compasión, era momento de olvidar.


Cuando quise darme cuenta no sólo lloraba yo, también lo hacia el cielo reflejando mi dolor. La lluvia era tan intensa que en el fondo me tranquilizaba, aun así era hora de marcharme. En ese momento, un autobús se detuvo delante provocando que mis pensamientos se esfumasen, tal vez fue el destino o no, pero mi vista se posó en uno de los viajeros, tanto que sentí que me enamoraba a primera vista. Mis pies comenzaron a correr solos hasta subirme a aquel transporte, aunque fuese en dirección opuesta a la mía quería conocer al hombre que captó toda mi atención.

Empecé a recorrer con ansiedad el pasillo que me llevaba a los asientos de atrás, ni si quiera se dio cuenta de mi presencia, algo que me afectó claramente. Aquel extraño continuaba mirando por la ventanilla sin permitirme ver su rostro a la perfección. Adecentándome un poco, limpié mis ojos rojos y demacrados, no quería que se llevase una mala impresión nada más vernos. Al fin me detuve a su lado y me armé de valor para posar la mano sobre su hombro, por favor tiempo, detente, recé.
___
Un leve contacto me hizo girar para encontrarme de cara con un chico, un chico bastante alto que sonreía forzadamente. Sorprendido, esperé una respuesta por su parte, aunque se veía tan nervioso que no parecía querer dar el primer paso. Su mirada aunque alegre reflejaba en el fondo tristeza, tal vez tanto como la mía. 

-¿Sí? –hablé al fin, intentando que prosiguiese, pero éste se tomo su tiempo hasta que al fin titubeó. 

-Encantado, soy Keiichiro… ¿estás… solo? –al escuchar aquellas palabras me quedé perplejo, tanto que no sabía que responder –perdona… -se disculpó, haciendo una pequeña reverencia -¿puedo…? –señaló al lado, pretendiendo claramente sentarse junto a mí, tan solo asentí.
___
Avergonzado, tomé asiento, ambos contemplábamos lugares distintos pero al fin nos echamos un vistazo de reojo. Su pelo oscuro me dejaba sin aliento, me preguntaba si era la persona más bella que había conocido hasta ahora. Observándole afirmaba aquellas dudas, sobre todo cuando sonrió levemente. Existían los ángeles y tenía a uno delante. 

-Shigeaki, encantado también –tendió su mano, esperando un apretón de la mía, no iba a negarme. 

-¿Y…  adónde vas…? Shige… –me tomé la confianza de acortar su nombre. Este agachó levemente la cabeza, partiéndome el corazón. 

-No lo sé… -susurró, mordiéndose aquel precioso labio inferior, que hasta hace nada dibujaba una mueca de alegría. Allí nos encontrábamos ambos, viajando sin rumbo para mi dicha. Sentí una angustia tan inmensa que no pude evitar abrazarle con fuerza contra mi pecho, no soportaba verle mal. Un relámpago surcó el cielo avisando de la inminente tragedia que estaba a punto de suceder. El bus se detuvo de repente, las olas del mar se acercaban intentando arrastrarnos con ellas, la tormenta quería hacerse presente. 

-Disculpen, aquí termina el trayecto, deben bajarse –escuché advertirnos al conductor. Aunque los dos nos miramos con miedo entendimos que las carreteras estaban cortadas, tendríamos que buscar algún lugar donde resguardarnos.
___
Estaba temblando, la sola idea de salir fuera con tal temporal me mataba. De repente sus dedos se entrelazaron a los míos, armándome de valor, estaría conmigo hasta que todo pasase ¿verdad? Nos encaminamos inseguros entre las inclemencias del tiempo, nada podría con nosotros.

-Gracias… -me aferré a su brazo, él se ruborizo tal vez al sentirme tan cerca. En ese preciso momento una idea comenzó a rondar mi cabeza, ahora no era momento de pensar en aquello ya que probablemente seria imposible, aunque no podía parar de darle vueltas. Pretendiendo recordar me acabé despistando, al menos lo suficiente para no ver la teja que estaba a punto de caer sobre mí.

-¡Cuidado! –gritó, apartándome del camino en el justo momento que esta se estampó contra su cabeza. Mis ojos observaban atónito como ahora yacía en mitad de la calle, sólo deseaba que todo fuese una pesadilla, una cruel y horrible pesadilla.
___

Algo aturdido abrí los ojos, me encontraba en una habitación bastante oscura. Me di cuenta de que una venda cubría mi frente cuando la toque bastante dolorido, ¿qué había ocurrido? Aunque algo tenue, oí unos sollozos, provenían de mi acompañante. Aquel muchacho que acababa de conocer se encontraba tumbado a mi lado, gimoteando. Me aparté nervioso, cayéndome por el borde de la cama. Al sentir el golpe se despertó bruscamente.


-¿Estás bien…? –me sujetó de la muñeca, pretendiendo cargar con todo mi peso y subirme de nuevo.

-Sí… o eso creo… -regresé al colchón con su ayuda -¿que ha pasado…? –me arrodillé aun confundido. Tal vez al preguntar aquello comenzó a lloriquear como un niño pequeño –esto… ¿eh…? 

-¡Lo siento! Con el viento que hacía el tejado de una casa se desprendió y te cayó encima, perdóname, si hubiese prestado atención no tendrías que haberme sacado del camino, es todo culpa mía… -continuó lamentándose y preocupándose por mi, algo que me encantaba –ojalá… me hubiese ocurrido a mí… -enfadado por aquel comentario, le besé con fuerza para que no pudiese continuar hablando.

-Ni se te ocurra decir eso… ¿me oyes? –mientras le reprendía caí en que nuestras bocas acababan de unirse, fue algo inconsciente pero maravilloso –ah… ¡perdóname tú ahora a mí! –negando con la mano se acercó de nuevo, correspondiéndome. Sus labios sabían tan bien, que me haría daño las veces que hiciese falta si la recompensa era aquella.  Al ver que no era capaz de responderle por el desconcierto que sufría, decidió apartarse.

-Ya que estás bien puedo irme, la ciudad se encuentra sin luz, pero ahora que la tempestad ha amainado creo que todo volverá a la normalidad pronto… -poniéndose en pie rozó mi mejilla con las yemas de los dedos, aquella sensual caricia me excitó –pagaré el alojamiento, no tienes que preocuparte de nada más, recupérate y cuídate mucho ¿vale? –cuando se dispuso a abandonar el cuarto, se lo impedí tirándole contra la cama.


-¿Adónde crees que vas…? –me subí encima, sin medir las consecuencias de mis actos -¿piensas que voy a dejar que te marches así como así…? –volví a besarle furioso por el intento de abandono –no te vayas, es peligroso y si te pasase algo… yo… -musité desesperado, ahora solo había alguien que me importase y no pensaba dejarle escapar.
___

No era capaz de huir de sus caricias, nuestras lenguas se degustaban una y otra vez, encendiéndonos más de la cuenta. Tal vez deliraba por los medicamentos ya que no paraba de pronunciar cosas prácticamente inescuchables y extrañas, aun así sabia que en cuestión de minutos ambos seriamos uno si nada ni nadie lo impedía.

Pronto se deshizo de mi ropa, dejándome desnudo ante él, al ver que estaba alterado hizo lo mismo para estar en igualdad de condiciones. Sus uñas se clavaban en mis pezones, poniéndolos duros, al igual que mi miembro, ¿estaba bien entregarme cuando estaba en ese estado? Quise detenerle, pero no atendía a razones.

-Para, estás herido… -detuve sus tocamientos, pero en el fondo me encantaba sentir su piel. Como si leyese mi pensamiento, me sorprendió.

-Es oscura, me gusta… -se refirió a la mía, mientras prosiguió con los juegos sin importarle lo que yo dijese. Los suspiros de placer que soltaba le incitaban a tener un encuentro pasional sin fin.
___
Estaba decidido a tirármelo, aquellos hombros me chiflaban, asique mientras no me pegase para que dejase de acosarle no pensaba retirarme. Tal vez por ser nuestra primera vez juntos y considerarnos unos desconocidos, le intimidaba la situación. Le veía apagado, como si no supiese que debía hacer. Una frase un tanto estúpida se me vino a la mente, no es que fuese muy bueno con ello, pero necesitaba provocarle costase lo que costase.

-Adelante, soy todo tuyo... –la cosa mas tonta que había dicho en mi vida. Me miró a punto de reírse y yo me sentí idiota, aun así funcionó y respondió entregándose por completo a mí. Ahora si iba a hacer de esto una noche inolvidable.
___
Cuando me di cuenta todo había terminado, no era consciente de las horas que pasamos haciéndolo pero fueron bastantes, demasiadas aunque no tantas como orgasmos tuve. Estaba tan agotado que ahora el sudor recorría mi pecho, en vez del agua que me caló antes de llegar aquí. Parecía que mi amante ya estaba durmiendo, así que me di la vuelta para conciliar el sueño también, me daba algo de pavor observarle mientras no era consciente de ello. Sus brazos me rodearon de repente la cintura, mientras su saliva se dispersaba también por mi oreja.

-Has estado genial, casi me vuelvo loco… -se río levemente, aunque algo soñoliento -¿podríamos repetir en otra ocasión? 

-Tal vez… -intenté parecer bromista, aun así hablaba en serio. 

-¿Me has curado tú...? –se señaló el vendaje con una tierna risa.

-Sí, quise llevarte a algún hospital pero no encontraba ninguna salida, todos los coches estaban varados y era imposible pasar, lo más cercano fue este hotel, pude hospedarte aquí, temía que te hubiese sucedido algo grave aunque por suerte no fue nada realmente y pude atenderte con el botiquín que tenían en recepción… –tragué saliva, mientras me observaba impactado, como si se tratase de la narración de alguna película de acción. 

-¿En serio? Bueno… ya paro de preguntas, debo ser bastante pesado… -tocó mi pelo dulcemente cuando nos quedamos callados, pronto volvió a dirigirme la palabra -por cierto, siento si corto el ambiente con esto, pero… no sé como agradecerte lo que has hecho por mí, no sólo por cuidarme, antes de vernos en aquel autobús… yo… acababa de dejarlo con mi pareja, mas bien me dieron la patada a mí, y es irónico que ahora nos encontremos así cuando debería estar destrozado… -tal vez lo gracioso no fuese eso, sino que a mi me había sucedido lo mismo poco antes de que apareciese.

-La mía también ha roto la relación… -parecía contento ante aquello –no sé cómo, pero solo necesitaba perderme por ahí, desaparecer, acabé en ese bus sin darme cuenta y llegaste tú para animarme… -expliqué eso último con un tono de voz aun menor.

-¿Pero eso no es genial? Ahora podríamos tal vez… tú y yo… ¡todo es perfecto! Hemos pasado  por lo mismo, saldremos adelante si nos apoyamos el uno al otro, ¿no crees?

-Lo siento Koyama, pero… -se me escapó, pude ver como el también reaccionó algo asombrado al escucharme. 

-¿Koyama? Pero… si yo no te he dicho mi apellido… ¿verdad…? –rápidamente me levanté, intentando que aquello pasase desapercibido.

-Voy al baño, ahora vengo… -escapé como pude, aunque tal vez ya fuese demasiado tarde.

-Espera… -le escuché rogar justo antes de encerrarme en el servicio. Sentándome en el retrete, hice realidad mis sospechas. Era Koyama Keiichiro, sí, sin duda era él.
___
-¿Por qué…? -estrujé el papel que sostenía en mis manos, sólo me dejó una carta de despedida. Me odiaba por no mantenerme despierto ya que se fue sin más, aunque yo estuviese perdidamente enamorado ya, puede que no fuese lo mismo para aquel chico. Aunque no tenia ánimo decidí leerla y que acabase conmigo de una vez por todas.

“Querido Keii, una vez más te pido perdón, no sabía cómo afrontar la realidad. Sentí temor y me vi incapaz de plantar cara a todas las preguntas que me tendrías que hacer cuando despertases, de verdad, perdóname…

No quiero que pienses que no te aprecio, todo lo contrario, yo… te amo, te quiero tanto que incluso duele, desearía estar ahí para poder abrazarte sin parar, ya que tal vez no lo recuerdes pero no es la primera vez que nos vemos.

Cuando éramos pequeños íbamos al mismo colegio, tu eras popular mientras que yo alguien a quien maltrataban, el centro de todas las burlas y humillaciones. Yo te admiraba, tanto que aquella vez cuando estuve a punto de recibir una paliza y tú me salvaste, me enamoré de ti. Estoy tan agradecido de que siempre estés ahí para impedir que me suceda algo malo, aun así sé que fue cobarde no confesarte lo que sentía, ¿pero cómo alguien como tú se interesaría por mí?

Al final acabé por no saber nada mas de ti cuando entraste a secundaria, sin embargo eso no cambió mis esperanzas e ilusiones por volvernos a encontrar, y así ha sido… aunque haya estado con otras personas nunca me olvidé de aquel estudiante tan famoso que estaba en una clase mas alta que yo, y que me ayudó a seguir adelante. Gracias de nuevo, aunque en un pasado nunca te interesases por mi existencia, muchas gracias por todo…

Shigeaki Kato” 

-Shige… -respiré, buscando oxigeno sin obtenerlo realmente. La tinta comenzaba a borrarse a causa de mis lágrimas. Había sido tan imbécil, yo que me sentí mal cuando no se dio cuenta de mi presencia aquella noche, la noche en que subí al bus que nos rencontró, y sin embargo él había sido ignorado por mi durante tanto tiempo. Pero ahora ambos sentíamos lo mismo, algo me decía que aquella no seria la última vez que tuviese cerca al único hombre que me llegó en tan solo un día al alma, le encontraría allá donde estuviese ahora. Amaba a alguien y me correspondía, era mi persona querida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario