martes, 16 de junio de 2015

Baby B Mine - Capítulo 01

Capítulo 01

–¿…Pero por qué? No lo entiendo… ¿Es que acaso no gemías descontroladamente cuando lo hicimos en ese aparcamiento, tanto que Nishikido tuvo que acallarte introduciendo su miembro en tu boca mientras yo te penetraba? ¿Y no dijiste que te encantaría volver a repetirlo?

Otra vez más, parecía que a mi extraño amigo volvían a dejarle debido a sus extraños fetiches que nadie salvo él aguantaba, o eso me daba a entender tras escuchar su conversación por teléfono. No es que yo estuviese poniendo la oreja intencionadamente, era culpa suya, por hablar por el móvil mientras se mantenía recostado, con la cabeza sobre mis piernas…

–Bueno, olvídalo, existe alguien maravilloso que no desperdiciaría la oportunidad que te he concedido a ti –sentí sus frías manos ahora en mi mejilla, me estaba mirando con una sonrisa traviesa, no podía estarse… –esa persona me desea mucho más que tú, bye bye~ –en ese instante colgó la llamada y se incorporó de golpe, mordiéndose el labio inferior mientras me observaba. Sí, demonios, se estaba refiriendo a mí… A cada segundo se acercaba un poco más a mí, estábamos a punto de rozar nuestros labios, solo un poco más y… –¡Lo siento! –el tono de una llamada nos interrumpió, rápidamente se levantó a contestar.

–Me largo –dije y abandoné su apartamento de un portazo, estaba harto de que siempre me hiciese lo mismo, ¿por qué había tenido que enamorarme de alguien como él? Una persona incapaz de mantener una relación con una sola persona. Éramos amigos desde niños y sus gustos extraños se habían ido repitiendo desde la adolescencia. Y lo peor de todo es que no importaba cómo, siempre conseguía engatusar a sus víctimas. Ueda únicamente salía con alguien siempre que aceptase sus condiciones, así como sus fetiches raros o sus ideas de hacer tríos y orgías. Aún no entendía por qué jamás me pidió que participase en alguna de ellas, y eso me molestaba bastante, nadie lo conocía mejor que yo.

–¡Ay! –choqué contra otra persona, haciéndole caer al suelo. Tendí mi mano esperando a que la agarrase, era mi culpa por ir sin prestar atención a lo que ocurría a mi alrededor, observando como el muchacho aceptaba mi ayuda.

–Perdona, estaba pensando en otras cosas –tras decir eso continué mi camino, en otro momento me habría parado a preguntar, pero parecía tener prisa y no es que estuviese precisamente de humor. Esa noche me la pasé bebiendo en el bar de debajo de mi casa, contándole mis penas por encima, o eso creo recordar yo, al nuevo chico que habían contratado. Era bastante agradable y atento, pero no estaba muy seguro de sí era parte de su personalidad o de su trabajo, el caso es que me acompañó hasta mi piso al ser incapaz de mantenerme en pie. Lo último que recuerdo es vislumbrar borrosamente una sonrisa por su parte y su silueta abandonando mi hogar.

El condenado teléfono no dejó de sonar hasta que lo atendí, los primeros síntomas de la resaca comenzaban a hacer mella en mí.

–¿Tomo? –mis ligeros gruñidos eran más que suficiente para que quién estuviese al otro lado del teléfono notase que acababa de despertarme –Ah, ya veo… –mi malhumor por las mañanas era perfectamente reconocido, pero encima estaba agravado con lo ocurrido la noche anterior. A pesar de eso solo existía una persona capaz de actuar normal, ese hombre caprichoso –Despierta ¡Vamos! ¡Arriba! ¡Desperézate y ven ahora mismo a mi piso! –tras destrozarme los tímpanos y perforar mi ya dolorida sien por los efectos del alcohol, colgó el teléfono sin esperar a que pudiese oponerme. Mi temperamento empeoraba transcurridos los segundos.

–¿Qué es lo que quiere ahora? –y a pesar de continuar quejándome e ir refunfuñando de camino a la ducha, Ueda era capaz de hacer conmigo lo que quisiese. Una vez arreglado, caminé hasta la puerta de su apartamento y pulsé el timbre.

–¡Yamapi! –se abalanzó sobre mí nada más abrir la puerta, tirándome hacia el interior de su casa –Pasa pasa, tengo noticias geniales –mientras hablaba me llevó hasta el sofá para que nos sentásemos, sin soltarme en ningún momento –¡Conquisté a ese chico de mi trabajo! Vino a verme anoche, es tan adorable, diciéndome que le gusto… –no pude evitar poner los ojos en blanco, ¿me había llamado tan solo para contarme su nueva conquista? –Ah, ¿sabes de quién hablo verdad? –sí, me acordaba perfectamente de él…


–Flashback Ueda versión–

Eran las 4:25 de la mañana cuando, entre bostezos, picaba mi ficha para comenzar a trabajar en la obra. Tras haber abandonado los estudios, este trabajo era ideal para mí, debido a mi alta resistencia física y a la gran cantidad de dinero por hora que ganaba. Por lo general jamás me quejaba pero hoy estaba cansadísimo, había tenido un encuentro picante hará unas horas y había acabado destrozado, esos dos eran realmente fogosos.

–Deja de pensar o acabarás teniendo un gran problema, Uepi… –dije para mí mismo en voz alta y entonces noté una mano agarrando mi hombro, cuando me giré para descubrir de quien se trataba, un precioso rostro apareció frente a mí, ¿quién era? No le recuerdo en absoluto, y jamás olvidaría una belleza semejante.

–¿Te encuentras bien, senpai? –¿acababa de llamarme senpai…? Ah, mi corazón estaba latiendo con fuerza.

–Ah sí, no te preocupes… tengo sueño y tan solo hablaba en voz alta sobre ello –estaba sonriendo, su sonrisa era resplandeciente y misteriosamente cargó mis energías. Su cabello era largo por delante, cubría su frente con el flequillo y ambos laterales del rostro, pero dejaba la nuca completamente expuesta. Sus cejas estaban depiladas, sus ojos eran grandes, con largas pestañas y sus labios eran finos pero se veían bastante carnosos. Le quería, iba a conseguir que cayese en mis redes como fuese necesario. Miré de reojo la insignia que llevaba en el pecho y recordé que el jefe me habló de él – ¿eres Kamenashi, verdad? Si necesitas cualquier cosa, puedes contar conmigo, soy quién más tiempo lleva aquí y sé varios trucos que te harán el trabajo más fácil –guiñé un ojo y asomé entre mis labios la lengua, para seguidamente relamerlos. Al parecer logré mi objetivo, ya que un sonrojo cruzó sus mejillas.

Cada día desde aquél encuentro, siempre que podía me mostraba dulce y atento, ayudándole en todo, para que se fijase en mí y lo estaba consiguiendo. Cada vez se sonrojaba más, viniendo a menudo para charlar. También seguía al píe de la letra cada consejo que le daba.
_____

La noche en la que el idiota con el que me acostaba junto con Nishikido rompió conmigo, estuve a punto de acostarme con Tomohisa, menos mal que recibí aquella inesperada llamada, no podía permitir entregarme a una sola persona. Me metí en el baño para poder hablar tranquilo y en ese momento escuché un portazo, ya lo arreglaría mañana con él, esta conversación se estaba poniendo interesante.

–¿Ueda? ¿Sigues ahí? –susurraba Kame al otro lado del comunicador.

–Sí, perdona –traté de reorganizar de nuevo mis pensamientos –mi piso es el 11 de la tercera planta. Ahora nos vemos –colgué, al parecer necesitaba hablar urgentemente. Era mi oportunidad e iba a aprovecharla, ya me había cansado de acostarme con Ryo, siempre compartía con él mis ligues. De repente se me ocurrió una genial idea y mientras me miraba al espejo, pronuncié –Si esta noche Kazuya se me declara, me montaré un trío con Tomo y él…

La simple idea de probar a mi nuevo capricho y a mi mejor amigo me excitó demasiado, tanto que mi pantalón comenzó a molestarme. Rápidamente me quité la ropa y me metí bajo el agua fría, aún no podía permitir acostarme con él, no sin Yamapi. En cuanto sonó el timbre grité desde el baño que esperase un momento. Salí de la ducha y sequé corriendo mi cuerpo, colocándome de nuevo la ropa para poder ir a abrirle.

–Siento aparecer sin avisar… –me mordí el labio cuando sus ojos se fijaron en mi pecho medio descubierto, le hice pasar y que tomase asiento.

–No te preocupes, yo siempre estoy disponible para ti –le guiñé el ojo y agarré con mis dos manos la suya, mirándole después con una sonrisa. Él se relamió su labio inferior, algo que hacía cuando se encontraba nervioso.

–Como dije por teléfono, pasaba por aquí porque hay algo que me gustaría hablar contigo –cogió aire y cuando vi que iba a continuar, me incorporé.

–¿Quieres beber algo primero? Estarás sediento… –caminé hasta la cocina y sonreí, seguramente no tardaría mucho en venir tras de mí.

–¡Uepi! –no pude siquiera acabar mis pensamientos cuando rodeó con sus brazos mi cintura desde la espalda –te quiero, me he enamorado de ti, desde el primer momento en el que hablaste conmigo no he podido sacarte de mi cabeza… –sutilmente agarré sus manos y le abrí los brazos para poder girarme y observarle.

–¿Yo te gusto? –susurré con ternura a lo que él contestó con un ágil movimiento de cabeza. Agarré su nuca y lo acerqué a mí, robándole un cálido y dulce beso. Empezó con un simple contacto de nuestros labios pero sabían tan bien que lo fui intensificando, haciendo que retrocediese hasta tumbarlo contra el sofá. Traté de profundizarlo aún más pero noté como me apartaba ligeramente con las manos sobre mi pecho.

–¿No te da… asco…? El que tú me gustes… –¿no era realmente adorable…? Me mordí el labio mientras negaba con la cabeza.

–¿Bromeas, verdad? Estaba deseando escuchar esas palabras de esta preciosa boca –pasé un dedo por ella con picardía, quería seguir besándole, y por mí me lo tiraba ahí mismo, pero había hecho una promesa, y nunca rompía una. Por lo que volví a posar de nuevo mi boca sobre la suya, esta vez un beso como los que me gustaban, y tras unos largos e intensos minutos, me separé de nuevo de él –solo que… ahora no estoy preparado –le ayudé a incorporarse, sí quería que aceptase mi proposición, debía ser astuto y engañarle un poco más –nunca antes he estado con un chico y me gustaría estudiar un poco como se hace para no defraudarte… –mordí ligeramente mi labio para parecerle irresistible –y hay algo que me gustaría contarte mañana –agarré sus manos con las mías, pegándome a su cuerpo –cosas sobre mí que quiero que aceptes antes de salir juntos –sonreí interiormente cuando le vi tragar saliva, estaba funcionando y me sentía de maravilla. Cuando asintió sin pronunciar palabra alguna, continué hablando –¿Entonces nos vemos mañana en el hotel que está al lado del trabajo? Reservaré una habitación a las 22:30 de la noche, ¿podrás portarte bien y esperar hasta ese momento? Te prometo que no te arrepentirás…
_____

Una vez convencido al cordero, tan solo me quedaba engatusar al perro guardián de que se uniese a la fiesta, y así el lobo disfrutaría de un buen banquete. Con Tomohisa podía ser sincero respecto a mis planes, puede que se negase al principio, pero sabía que desde hacía bastante tiempo deseaba convertirse en uno de mis amantes, y ese momento había llegado.

–¿Me estás escuchando? –me subí sobre sus piernas y rocé con mis dedos su mejilla, haciendo que volviese a prestarme atención a mí –así me gusta, buen chico –besé su mejilla y le sonreí –¿Qué te parecería tener sexo conmigo? Tan solo tendrías que decir que sí a todo lo que te dijese… –me encantaba ver en él ese deseo desesperado por hacerme suyo.

–Fin del Flasback versión Ueda–


–¿Eh…? –no podía creer lo que estaba escuchando, Ueda al fin acababa de proponerme acostarse conmigo, llevaba años deseándolo. Mi malhumor se había esfumado, aunque por poco tiempo –¿Qué quieres decir con eso? –pregunté temiendo por la respuesta y no me equivocaba. Se acercó a mi oído y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

–Quiero que tú y yo… –colocó un dedo en mi pectoral mientras su tenue voz me hacía cosquillas contra la oreja –nos montemos un trío con Kamenashi Kazuya –ya está, ya lo había dicho. Le aparté de golpe y me levanté enfurecido.

–¿¡Estás loco?! No me involucres en tus fetiches raros a mí… sabes que yo te… –silenció con un dedo mis labios, cambiándolo por su boca al instante. Me quedé estático mientras él profundizaba el beso, tan sorprendido que cuando me hizo retroceder caí al suelo, mirándole perplejo.

–¿Ya estás más calmado? –lo odiaba, detestaba con todas mis fuerzas caer de lleno ante este crío consentido. Si me paraba a pensar, ¿no era lo que llevaba tanto tiempo deseando? Después de todo conozco a la perfección todas sus conquistas, ¿no soy yo el más cualificado para ser una de ellas? Mientras me comía la cabeza pensando sobre ello, él ya se había incorporado y me miraba con una sonrisa de satisfacción –¿eso significa que estarás allí, verdad? –¡maldita sea! Me levanté de mala gana y le fulminé con la mirada, sabiendo que acababa de perder contra él.

–… ¿Cuál es la dirección? –tras escuchar mis palabras comenzó a saltar a mi alrededor completamente feliz. Total, ¿con cuantas personas se había acostado ya? Debería resignarme y olvidar la idea de tenerle solo para mí, aunque lo del trío seguía sin gustarme. Aún así sonreí como un tonto cuando volvió a besar mis labios, esta vez tan solo fue un ligero roce, como una muestra de gratitud.

–Preséntate en esta dirección el primero, Kame no sabe nada y quiero sorprenderle, si aparecieses después se arruinaría todo. ¡Ah, sí! Tienes que prepararlo todo, que quede romántico, ¿de acuerdo? Cuento contigo, Tomo-chan –aunque parecía imposible, había vuelto a sorprenderme.

–Espera, espera… ¿me estás diciendo que el chaval no lo sabe? –no podía creer lo que estaba oyendo, ¿qué pretendía? ¿Traumatizarle? –¿Qué clase de reacción esperas que tenga él si ni siquiera sabe que voy a estar ahí? ¿Y yo, cómo se supone que debo lidiar con ello?

–De chaval nada, tiene más o menos tu edad y… –volvió a pasar un dedo por mi pecho –eso déjamelo a mí, yo le convenceré –me apartó de él y me echó prácticamente de su piso –¡Tú tan solo preocúpate de estar a la altura! No lo olvides, pide la llave de la habitación, quiero que esté lista para las 22:30 –y tras esas órdenes, me dio con la puerta en las narices.
_____

Y allí estaba yo, en aquella lujosa habitación que había contratado Tatsuya y a la hora acordada, con dudas sobre este encuentro y aún así lo había preparado todo tal cual me lo pidió: botella de vino, pétalos de rosas por el suelo y en la cama, música estimulante y comida casera que me vi obligado a preparar. Recorría la estancia muy nervioso, de arriba para abajo, comprobando mi pelo y mi aspecto todo el tiempo, no sabía si había hecho bien poniéndome un traje de Armani. Pero, ¿qué podía ponerme en mi primer encuentro sexual con alguien de mi mismo sexo? Y para el colmo no me acostaría con una persona, sino que serían dos.

Me puse rígido de golpe cuando escuché su inconfundible voz y risa, acompañada de otra más, la de Kamenashi. Fruncí el ceño ligeramente por culpa de un ataque de celos, pero me obligué a mi mismo a sonreír, sí quería acostarme con Tatsuya, debería amoldarme a sus deseos. Rápidamente fui a recibirles a la entrada y cuando se abrió la puerta, lo primero que vi fue el rostro de aquel chico tiñéndose de un intenso color carmín.

–Lo siento, creo que se han confundido al darnos la llave… –susurró ligeramente y cuando iba a hacer una reverencia, Tatsuya le hizo pasar a la habitación, besándole apasionadamente y cerrando tras de sí –¿Ueda? –esto no podía traer nada bueno, mientras le llevaba a la cama entre besos, agarró mi muñeca para tirar de mí y evitar que cambiase de opinión.

–Kamenashi Kazuya, te presento a Yamashita Tomohisa, mi más íntimo amigo –hablaba contra los labios del más joven de los tres –¿Recuerdas que quería hacerte una petición cuando llegásemos a la habitación?

–Creí que querías acostarte conmigo… –susurró demasiado bajo como para escucharlo bien.

–Claro que quiero y por eso… –podía notar su enojo cuando lo apartó de mala manera, sin dejarle terminar de hablar.

–¿Es que acaso quieres que nos observe mientras nos acostamos? ¿Te pone eso? –yo me quedé sentado en el borde del colchón observando atentamente su rostro, por alguna extraña razón tenía la sensación de conocerle, pero no caía donde nos podíamos haber visto.

–¡Ah! –le señalé al ubicarle en mis recuerdos –Tú eres el chico nuevo que trabaja en el bar de debajo de mi casa –cuando tanto él como Tatsuya se giraron hacia mí me mordí con fuerza el labio, ¿había hablado de más? Kamenashi me examinó exhaustivamente con la mirada, pensando vete tú a saber qué cosas, hasta que Ueda habló.

–No, lo que yo quiero es que nos acostemos los tres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario