lunes, 10 de febrero de 2014

El País de las Pesadillas - Capítulo 01


Capítulo 01
Una repentina llamada me trajo a casa de un amigo. Parecía asustado, no sé que le ocurría, pero pedía verme cuanto antes, así que sin entretenerme mucho llegué y presioné el timbre esperando una respuesta. Su casa era lujosa, procedía de una familia de ricos granaderos, si, así es, me encontraba viviendo alejado de toda la increíble civilización de la ciudad Tokio, en el tranquilo campo, donde nunca ocurría nada que se saliese de la rutina.


–Estoy aburrido –susurré mirando la arena que mis pies removían –Todo es igual siempre, no hay nada sorprendente. Hasta las horas del día me parecen semejantes, a veces hasta soy incapaz de diferenciarlas… necesito emoción, algo, no sé, un cambio –pero en mitad de mis quejas, fui sorprendido por mi compañero, Ueda Tatsuya. Me agarró de la muñeca y me hizo entrar corriendo dentro –Eh... ¿por qué tienes tanta prisa? ¿Qué te pasa..? –pregunté mirándole, mientras éste cogía aliento para después soltarme.

–Kame… tengo un mal presentimiento… –le corté sin poder evitarlo.

–Aún sigue sorprendiéndome este tipo de cosas, seguro que solo es tu imaginación… –me tapé la boca con los dedos al ver su expresión molesta. No había nada que cabrease más a Tatsuya que el hecho de que alguien le interrumpiese –Lo siento… continúa.

–Presiento que algo está por ocurrirte, deberías tener cuidado. Pase lo que pase, en cuanto llegues a casa, no salgas a la calle. Bajo ningún concepto.

–No sé Uepi... –aún no conseguía acostumbrarme a su don, por así decirlo, pero hacerme llamar por ello, era extraño, ¿no podía habérmelo dicho por teléfono? Observé el rostro de mi amigo, mostraba angustia y desconcierto por mi respuesta, así que me apresuré a calmarlo De acuerdo, seguiré tu consejo, pero mantén la calma, ¿vale? Voy a estar perfectamente –me despedí de él revolviéndole el cabello y tomé el camino de regreso –¿Qué algo va a pasarme? De todas maneras Tatsuya es muy raro, si tan preocupado estaba por eso, ¿para qué me puso en peligro yendo a verle en un principio? –solté un suspiro enorme y una extraña risilla se escapó de entre mis labios Yo ya no entiendo nada, sin embargo... ¿no era esto lo que deseaba? ¿Qué me sacasen de mi rutina?

El camino hacia mi hogar se hizo un tanto largo, estuve pensando en muchas cosas. Pero antes de que me diese cuenta me encontraba frente a mi destino. No quería creer en el presentimiento de Ueda pero, algo no iba bien. Las luces de mi casa estaban apagadas y el sol hacía rato se había ocultado. Con ese pesar sobre mi pecho, entré dentro.

–Tía, ¿estás ahí? ¿Tío? –pregunté mientras les buscaba en nuestra pequeña casita del campo. Habían pasado ya horas desde la última vez que les vi, ya que tampoco se encontraban aquí antes de recibir aquella repentina llamada – sí les ha pasado algo... yo...  

Mi nombre completo era Kamenashi Kazuya y desde que tenía uso de razón he vivido con mis tíos. Ellos me adoptaron y me contaron que mis padres fallecieron en un accidente de coche, siendo yo el único superviviente. Siempre me he sentido triste de no conocer a aquellos que me dieron la vida, pero a la vez el hecho de que me acogiesen y cuidasen con tanto cariño, me hacía sentir feliz.

–¿Habrán salido…?– tras recorrer la estancia por quinta vez, desistí de la idea de poder encontrarles en casa, estaba completamente vacía ¿y sí...? –salí corriendo por la puerta, ¿cómo no se me había ocurrido antes? Seguro que aún estaban en el arrozal que había a cosa de un kilómetro, no muy lejos. A veces se les pasaba el día volando cuando trabajaban en él, puede que hubiese ocurrido también en esta ocasión. Llegué al cabo de unos minutos, pero la misma escena se repitió exactamente igual que en el domicilio –Que extraño, no parece haber ni rastro de ellos…

Me adentré un poco más y una imagen desgarradora me hizo romper a llorar. Me acerqué corriendo con la intención de que no fuese cierta y al tocarlos mis manos se mancharon de sangre.

–¡Tío, tía…! ¿¡Qué… qué ha pasado!? –chillé colocando sobre mi rostro los dedos, tiñéndolo de rojo. Qué horror, no podía creerlo… sus cuerpos estaban inertes en el suelo, decapitados, desmembrados… –los… los han... los han asesinado… –susurré por la conmoción, mientras las lágrimas no dejaban de salir. Era espeluznante, no quería ni pensar ni tampoco podía describir aquellas imágenes. Vomité debido al shock. 

Tras echarlo todo, escuché un chasquido, daba la sensación de que alguien había pisado alguna rama.

–¿Quién anda ahí..? –pregunté aún confuso y casi sin voz, incorporándome con dificultad mientras me dirigía hacia aquellos arbustos –¿Acaso…? –mordí mi labio. ¿Y sí el asesino había vuelto a la escena del crimen? Una extraña sensación invadió mis venas, la ira se apoderó de mí. Estaba decidido, yo mismo iba a atrapar a esa despiadada persona.

Cuando estaba a punto de llegar a aquellos matorrales, algo salió huyendo en dirección opuesta. Corrí tras los sonidos de varias pisadas. Eso me pilló por sorpresa, descubrir que el agresor tenía un cómplice, y la verdad es que ambos eran bastante rápidos, pero eso no iba a detenerme ni tampoco permitirles escapar. Gracias a la luz de la Luna pude vislumbrar sus siluetas. Uno de ellos era un hombre alto, vestía un traje negro y un pequeño sombrero del mismo color. El otro un chaval más joven y bajo, ambos tenían cierto aire fraternal, pero a diferencia del mayor su ropa era completamente blanca.

Tenía la suficiente resistencia y potencia para atraparles. Con un último esfuerzo agarré la chaqueta oscura para después tirar de ella, deteniéndole y haciendo que se girase. Me asusté muchísimo al comprobar algo. Sus ojos brillaban en la oscuridad con un rojo tan intenso como la sangre que manchaba mis manos, lo cual me atemorizó. Sin pensármelo dos veces golpeé furioso su rostro sintiendo como le hacía un corte. Nunca antes había pegado a nadie y menos sin una explicación, pero sentí pánico, se trataba de un matiz tan sangriento que creí ciegamente que la persona que tenía frente a mí era el criminal que buscaba. Tras mi acto apareció el arrepentimiento, dejando mi cuerpo inmóvil, cosa que ambos aprovecharon para escapar.

Tan rápido como pude, reaccioné y volví a perseguirles. Pero era demasiado tarde, ya les había perdido de vista, cosa extraña por cierto, ya que estábamos en campo abierto y él único lugar que veían mis ojos para esconderse era un agujero. Se asemejaba a una madriguera de conejo pero ésta era demasiado grande como para tratarse de una.

Sin previo aviso, una fuerza desconocida me tragó. Fui llevado durante varios minutos por un túnel oscuro, sentía que me había convertido en el protagonista de algún tipo de cuento. Caí de manera brusca contra el suelo y entre quejidos me levanté, limpiando el polvo de mis ropas.

–¿Dónde estoy…? –susurré para seguidamente comprobar mí alrededor –¿Cómo es posible? ¿El interior de una casa? ¿No acabo de atravesar la tierra…? –antes de que todas y cada una de mis preguntas encontrasen una solución, por mi lado pasó aquél muchacho con traje y sombrero blanco.

–Llego tarde, no tengo tiempo. Si no me doy prisa, Akanishi-sama me cortará la cabeza –repetía una y otra vez dando vueltas a mi alrededor, con un reloj de bolsillo en la mano. No había tenido oportunidad de fijarme antes, pero sus ojos eran de un azul intenso. Ese color le otorgaba unas facciones adorables.

–¡Espera! –grité yendo tras él, ya que el muchacho había abandonado el pasillo de paredes rojizas en la que nos encontrábamos. Le sostuve por los hombros y se giró para mirarme –¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy?

–Me llamo Yamada Ryosuke –hizo una pequeña reverencia –Pero tengo prisa, si no llego pronto me cortarán la cabeza. Estás… –hizo una pausa –En un lugar cruel, Nightmare, también conocido como el País de las Pesadillas –y sin entretenerse más, salió corriendo hasta llegar a una nueva sala. Antes de que se me escapase le volví a detener, la verdad es que había algo que me preocupaba más que todo aquello.

–¿Qué hacíais cerca de mi casa? Acaso vosotros… –comenté con rabia, sin embargo, antes de poder culparles de lo que había pasado con mis tíos, me cortó.

–Yamashita-kun insistió en que debíamos traerte aquí, que tú nos salvarías –el chico miró la hora –¡No tengo tiempo! –sacó de su bolsillo una botella y se la bebió. Como por arte de magia, su cuerpo encogió hasta hacerse diminuto, lo suficiente para poder atravesar lo que parecía la salida al exterior, custodiada por otro joven de tamaño similar.

–¡Eh, espera! ¿De quién estás hablando? –pregunté furioso, aun sabiendo que no hallaría respuesta –Esto… es irreal… –suspiré tocándome la frente, ¿a dónde se supone que debería ir si no había una salida que yo pudiese utilizar? –Parece ser ésa la única… –no me quedaba otra que atravesar ese minúsculo hueco, por lo que agarré aquella botella que el joven había dejado atrás. En ella aparecían las palabras “Bébeme”. Desconfiado lo hice y noté como mi cuerpo se hacía cada vez más pequeño. Mareado apoyé mi espalda sobre la pata de una silla, sí, había encogido hasta comprobar que aquel objeto ahora era diez veces más grande que yo cuando antes ni sobrepasaba mi cintura –Creo que estoy soñando. Exacto. Todo esto es un sueño. Quizás si resuelvo todas mis dudas seré capaz de despertar. Seguiré adelante con lo que el destino me tenga preparado.

Anduve varios pasos hasta encontrarme con el chico de pelos dorados. Su ropa era igual que la de un samurai, vestía un kimono típico de color azul oscuro. Medía un poco menos que yo y también parecía ser más joven. Intenté pasar por su lado ya que tenía los ojos cerrados, pero bajó la espada que llevaba en la mano, impidiéndome así la entrada a dicho túnel. Estaba tan sorprendido que di un salto hacia atrás.

–No puedes pasar sin autorización –comentaba mientras permanecía firme y recto.

–¿Autorización? –pregunté parpadeando varias veces. ¿Me habían traído hasta aquí y ahora no me dejaban pasar? Fijándome en su rostro, parecía no tener vida propia, su expresión no mostraba sentimiento alguno. Había algo que todas las personas con las que me había cruzado hoy tenían en comun, el color de sus ojos. El guardián no fue una excepción, sus enormes iris eran de un intenso color fucsia.

–Solo a las personas autorizadas se les permite pasar –me mordí el labio, era injusto. Debía idear algún plan para poder pasar y, tras tomarme un par de segundos, pensé en uno que podría funcionar.

–Está bien, no me dejes cruzar, pero si llego tarde será por tu culpa, y Yamashita-kun tendrá personalmente que arreglar cuentas contigo –no le conocía de nada pero estaba seguro de que se trataba de alguien muy importante, si confiaba en las palabras de Yamada.

–¡Ah! ¡Cuánto lo siento! –inclinó la cabeza mostrando… ¿arrepentimiento?, y después apartó el arma de mi camino –Por favor, no le comentes que hice que te retrasaras. Mi nombre es Tegoshi Yuya –el joven chico me mostró una sonrisa –Si esta es tu primera vez por aquí, he de advertirte algo, toma este consejo como una disculpa por mi parte. Protege tu cuello de Akanishi-sama –tras decir eso, cerró los ojos.

–¿Akanishi-sama? Ese chico, eh...Yamada, también habló de él, ¿mi cuello? ¿A que te refieres? ¿Quién es él? –esperé una respuesta que nunca llegó, ahora parecía estar profundamente dormido, cómo si realmente solo despertase para cumplir con su tarea. Sin perder más tiempo decidí continuar con mi trayecto.
_____

–¿Crees que habrá llegado sano y salvo? –preguntó muy nervioso, no paraba quieto, movía todo el rato las manos. Su amigo bebía una taza de té, ambos sentados en una mesa enorme, mirándose fijamente.

–No lo sé. Fui buscando a un chico inocente y amable pero me encontré a alguien lleno de ira –se tocó la mejilla con los dedos lentamente, haciendo un gesto de molestia a causa de la herida –¿Y esa escena que vimos? ¿Acaso se nos adelantaron? Algo no anda bien, nadie salvo nosotros sabía de aquella entrada –se quedó pensativo.

–¿Piensas que hay algún traidor en la rebelión, sombrerero? –éste abrió los ojos, mirándole sorprendido.

–No lo había pensado, pero quizás tengas razón, Shige –se levantó del asiento poniendo ambas manos sobre la mesa –si eso fuese cierto el chaval corre peligro, no puedo quedarme de brazos cruzados, yo mismo iré.

–Mi señor, no –saltó y le agarró antes de que pudiera moverse –Te necesitamos. Si el emperador diese contigo, sabes de sobra que perecerías. Debes quedarte aquí hasta que él llegue, después pondremos en marcha nuestro plan –mientras hablaba no podía evitar sus característicos temblores. Yamashita a regañadientes volvió a sentarse.

–Es nuestra única esperanza –desesperado se llevó las manos a la cabeza, demasiado preocupado por Kamenashi.
_____

Sonidos de trompeta, un gran palacio imperial y muchos súbditos recibían a Akanishi Jin, el emperador de aquel lugar. Era un ser egoísta y despreciable, que en cuanto se enfadaba, ejecutaba a cualquiera que estuviese cerca. Todos vivían con miedo a ser decapitados, salvo tres de sus más leales, conocedores de todos sus secretos. Taguchi Junnosuke, el bufón de su majestad, los aldeanos aún se preguntaban por qué seguía vivo si sus chistes no tenían gracia. Koyama Keiichiro, su más cercano sirviente. Le seguía allá por donde iba, obedeciendo todas sus órdenes por ridículas que fuesen. La gente se mostraba amable con él por temor a la ira de Jin. Y por último, Nishikido Ryo. El comandante de la guardia real. Un ser despiadado que no dudaba en matar a petición del señor, temido entre todos.

–Oídme –dijo Akanishi desde un pequeño balcón que daba a la capital, la cual estaba bajo su total mandato –estoy contento de volver aquí después de mi viaje y ser recibido tan gratamente. He de daros una noticia, Kamenashi Kazuya ya no será un problema para nosotros, mandé a mi fiel guerrero para darle fin. Sé de primera mano que siempre ha sido eficaz, por lo que no tengo ninguna duda en que cumplirá su misi… –en ese momento Koyama se acercó hasta su grandeza para susurrarle al oído lo que había ocurrido –¿¡Cómo!? –se metió dentro de la sala para que nadie salvo sus allegados escuchasen la conversación –¿Qué quieres decir con que no has sido capaz de ponerte en contacto con Nishikido? –estaba que echaba humo, completamente furioso mientras andaba por el lugar, dando zancadas.

–Parece ser que hubo movimiento en el grupo rebelde, quizás llegaron primero y lograron salvarlo –antes de que Keiichiro pudiese continuar, Akanishi cogió su espada y decapitó a uno de los soldados que se encontraba en la estancia.

–Ya puedes darme una buena noticia, o juro que acabareis todos como él –la guardia estaba horrorizada al presenciar eso, Taguchi se había tapado los ojos mientras Koyama miraba a otro lado aterrado.

–Puedo dársela, su majestad. Tenemos una grabación de la llegada de un chico. Si es él quiere decir que se encuentra en nuestro territorio. Aquí podremos acabar con él definitivamente, no puede escapar –una sonrisa maléfica surcó el rostro de Jin. Nada bueno debía de estar pasando por su cabeza.

–¡Que empiece la fiesta! –gritó nada más salir de aquel lugar seguidos por todos salvo Junnosuke, el cual sacó un comunicador, dispuesto a ponerse en contacto con alguien.

1 comentario:

  1. Que te puedo decir, nena?~
    Alicia en el Pais de las Maravillas es uno de mis libros favoritos de toda la vida, me encanta que hagan AU de esta historia y cuando esta tan bien realizada, me deja un tan buen sabor de boca, que no puedo sino querer más y más de la lectura XD
    Me encanta como has adaptado la historia y como los personajes han encajado tan perfectamente en el rompecabezas!~
    Me he quedado completamente enganchada a esta historia! o*O*o

    ResponderEliminar