jueves, 20 de febrero de 2014

Sexin' in the Secret


Nos conocíamos desde hace tiempo, pero realmente nunca me había fijado en él, hasta que un día me di cuenta que lo que sentía por esa persona era algo más que pura atracción. Tenía miedo, pánico por confesar mis sentimientos, ¿cómo se tomarían la noticia de que alguien como yo se hubiese fijado en un hombre? Escondí mis emociones durante un par de meses, los cuales se me hicieron eternos.

No quedábamos mucho, no hablábamos prácticamente ya, pero de momento me conformaba con verle y escucharle por los medios de comunicación. Cuando por fin fui capaz de tenerle frente a mí, le declaré lo que sentía de la manera más clara y prudente posible, no quería que se lo tomase a mal o que algo cambiase entre nosotros dos, no estaban las cosas como para perderle del todo. Milagrosamente aquel pequeño amor fue correspondido hasta convertirse en algo más grande e indescriptible, pero esa es ya una larga historia. A día de hoy aún seguimos escondiéndonos, me pregunto cuando llegará el momento en que no tengamos que hacerlo… o si tan solo lo hará.
___

Me dirigía a su apartamento, serían las tantas de la mañana, ni si quiera me moleste en mirar el reloj, sólo pensaba en verle, me moría de ganas. Nuestra situación era bastante complicada, trabajábamos muchas horas, con lo cual pasábamos poco tiempo juntos. Íbamos rotando, algunas veces nos encontrábamos en su casa y por el contrario otras en la mía, sin embargo siempre tomando las medidas correctas para no llamar la atención de la prensa. Con el cuerpo helado debido al intenso frio del invierno, me dispuse a bajar de mi auto apresuradamente. Tenía las llaves del piso, así que no tuve ni que llamar para que saliesen a abrirme la puerta. En cuanto entré me descalcé y coloqué los zapatos en la entrada, estaba todo bastante oscuro, probablemente me esperaría en el salón mientras veía la televisión. 

-Kazuya –pronuncié su nombre con una sonrisa en los labios, pero no encontré respuesta -¿Kame? –insistí mientras recorría el pasillo y me quitaba la cazadora, tampoco contestó. Cuál fue mi sorpresa al encontrarlo acostado en la cama, durmiendo apaciblemente –tonto… -susurré mientras me apoyaba en el marco de la puerta. Me habría gustado verle y estar con él un rato, debía estar agotado. Indignado y un poco apenado, me comencé a desvestir hasta encontrarme tan solo con la ropa interior y una camiseta blanca de tirantes. No tuve reparo alguno en dejar todo tirado por el suelo y meterme en la cama. Estaba adorable durmiendo, me hacía gracia ver su cara en momentos como ese. Tenía la boca abierta y las piernas separadas, ocupaba casi todo el colchón y eso que era bastante amplio, suerte era disponer al menos de un hueco en el que poder tumbarse. 

-¿Yamashita…? –le escuché preguntar entre murmullos cuando me metí debajo de las sábanas, ¿se había despertado? 

-Perdona, sigue durmiendo… -respondí con el mismo tono de voz, intentando que no se desvelase del todo.

-No, no… siento haberme quedado dormido, hoy ha sido un día muy duro… -se excusó entre bostezos a la vez que ladeaba su cuerpo para abrazarse al mío. Al rodear su cintura con los brazos caí en que estaba prácticamente desnudo, ya que nuestras pieles entraron inmediatamente en contacto.

-No te preocupes, yo también estoy cansado… -respondí, besando su cabeza. Tras ello, mis manos comenzaron a subir por su cuerpo, acariciándole el torso. No podía hacerme eso, no podía provocarme de esa manera aunque fuese inconscientemente.

-Aun así acepta mis disculpas… -sonrió, restregándose los ojos con el dorso de la mano, pegándose cada vez más  a mí. 

-Kazu… -le nombré un poco angustiado -¿sueles dormir tan ligero de ropa? -a lo cual negó.

-Suelo dormir completamente desnudo… -mierda, no tenía porque aclararlo. Sin lugar a dudas aquella situación podía escapárseme de las manos en cualquier momento. Era la primera noche que nos encontrábamos ante tales circunstancias y yo no aguantaba más, quería tenerle del todo. Intenté ser respetuoso, pero mis dedos se movían solos. Comenzaron a rozar sus piernas, hasta encontrarse con la poca tela que cubría aquello que aún no había visto de él.  Aún estaba a tiempo de parar. 

Mentira, ya no podía.

Mis manos se adentraron por debajo del bóxer y apretaron sus glúteos, se sentía tan bien, quería más, así que no dude en deslizarme levemente para buscar su entrada. No encontraba reacción alguna por su parte, supongo que estaría adormilado.

-Es hora de levantarse… -pronuncié en su oído, justo en el momento en que comencé a masajear el sitio en el que tanto anhelaba entrar, pero… ¿por qué demonios no encontraba respuesta a mis tocamientos? Estaba tan furioso que decidí aumentar los ataques y me salte tanta caricia y roce para penetrarle previamente con el dedo índice. Gimió, acababa de gemir, satisfecho por el logro empecé a moverlo en su interior, chocándolo contra sus estrechas paredes.

-Tomohisa, ¿qué haces…? –me miró desconcertado y apretó mi pecho con la escasa fuerza que poseía en esos momentos.

-¿No te gusta? –correspondí su mirada con una mueca sonriente.

-Sí, claro que me gusta... – respondió, agarrándome la mano y haciendo que adentrase más mi dedo en él. No esperaba ese acto por su parte, con ello solo consiguió acalorarme el doble. 

-No hagas eso… -solté una leve risa, aumentando los movimientos y la velocidad con la que tocaba su parte interna.

-¿No te gusta...? –me imitó, incorporándose levemente para rozar mis labios con los suyos.  

-Me encanta… -corroboré, buscando su boca para poner más intensidad a aquel dulce beso. Sus jadeos lo inundaban mientras me miraba con los ojos entrecerrados y la comisura de los labios repleta de saliva, pero no era lo único húmedo, podía sentir como mis manos se empapaban de sus fluidos -¿es que nunca antes te habían tocado aquí…? –y es lo que parecía, puesto que estaba lo suficientemente prieto como para pensarlo.

-Nunca, eres el primero… -dirigió la mirada hacia otro lugar, pretendiendo ocultar el sonrojo de sus marcadas mejillas.

-Que suerte… -le tumbé, cambiando la postura. Agarré sus muñecas y me subí encima suya, mirándole fijamente –es una gran noticia… 

-¿Por qué…? –se veía nervioso al estar siendo dominado, por ello me acerque a su oído entre susurros, buscando la forma de tranquilizarle.

-Porque soy el único que te romperá… –¿estaba actuando de manera posesiva? Puede ser, no obstante es lo que sentía, le quería de verdad y en mi cabeza sólo existía él junto a la posibilidad de estar juntos el resto de nuestras vidas. Abrió mucho los ojos, supongo que extrañado por mis palabras –cálmate, me portaré bien… 

-No, pórtate mal… -aclaró con un hilo de voz, aprovechando el momento para corresponder el juego. Decidió atender mi entrepierna, que como era normal ya había entrado en acción. Solté un pequeño quejido cuando apretó con los dedos mi miembro en plena erección -¿necesitas ayuda? –preguntó, echando un vistazo al bulto que acababa de formarse en cuestión de segundos. 

-Deja de hablar y actúa… -no podía estar más excitado. Le agarré de manera brusca por la nuca, colocando su cara frente a esa zona. Sin rechistar asintió y se posicionó, comenzando a lamer el calzoncillo torpemente. No podía ocultar todo tipo de gestos al sentir que la tela se pegaba a mi pene cuanto más lo relamía, sabía usar la lengua, eso me quedaba claro, ¿y lo demás? Sin más dilación saqué mi miembro hasta dejarlo expuesto a él, la reacción que tuvo no era la esperada, pero me congratulo ampliamente -¿sí…?

-Es… grande… -susurró, ayudándose de las manos para poder llevárselo a la boca. Recé para que aquello que se me pasaba por la cabeza no sucediese, pero al sentir sus labios mojados me estimule más de la cuenta y comencé a mover las caderas. Pude ver su gesto de temor, era normal, digamos que le estaba prácticamente penetrando por ahí. 

-Tú fuiste quién pidió esto, así que limítate a chupar… –me comportaba igual que un demonio, incluso le tiré con fuerza del pelo. Accedió a mi petición a punto de llorar, ayudándose de los dientes para darme todavía más placer, un mal acto por su parte, puesto que decidí aumentar la velocidad con la que me movía hasta llegar a hacerle daño. Intentó apartarme entre sollozos y sonidos lastimeros, sin embargo no escuchaba nada que no fuesen mis instintos. En pleno éxtasis me corrí, sin darme tiempo a salir. Mi amante estaba en un completo estado shock, se tocó el cuello, tosiendo a la vez que me miraba rogando ayuda. 

-Yamapi… -pronunció mi nombre, alarmado y angustiado.

-Traga, usa tu lengua y traga… -le ordené, cogiéndole por la barbilla para mirar si acataba mi mandato. Se dejaba llevar, era algo que me gustaba, cumplía todos mis deseos le gustase o no. 

Durante un largo periodo de tiempo me dedique a buscar sus puntos sensibles, que prácticamente se encontraban en cada rincón de su cuerpo, jadeaba con tan solo notar mi boca respirando contra su piel. Me hizo especial gracia saborear sus diminutos y rosados pezones, los cuales se ponían duros ante los tiernos mordiscos que les propinaba. Acabé elevándole el trasero mientras me miraba tumbado de forma desorientada, era otro de los lugares que no solo quería tocar, sino también degustar. Apartando ambas nalgas, me adentré decidido entre ellas, pasando repetidas veces mi lengua por su húmedo orificio, y aunque él se revolvía ante ello, sabía que era de absoluto placer, puesto que cuanto más repetía aquella sucia acción, más gemía anhelando mi miembro en su interior.

-Por favor… -susurró y me agarró de repente por los brazos, incorporándose de esa manera para estar frente a mí –métemela, métemela ya… -¿estaba rogándome algo como eso? Deseable, esa era la visión que tenía en esos momentos de él. Sin más preámbulos, le sujeté por las caderas y le subí sobre mi entrepierna. La ropa comenzaba a ser una verdadera molestia, por lo tanto me deshice de ella. Nuestras entrepiernas se pegaron al acercarnos y también lo hicieron ambas bocas, saboreándose lujuriosamente. Terminé posicionando mi pene contra su trasero, ayudándole a levantarse levemente para ello y entonces, un sonoro gemido me recorrió la garganta cuando intentó bajar de golpe para metérselo, no iba a ser tan fácil. Apartándole bruscamente los glúteos, consiguió finalmente introducirse un poco el glande, regalándome un pequeño grito con ello.

-¿Estás bien…? –pregunté, exigiéndole a la fuerza que siguiese bajando.

-No… -jadeó, apoyándose en mis hombros hasta que pude apreciar como ahora aunque lentamente, era capaz de autosatisfacerse llegando más allá. No obstante me molestaba que fuese él quien llevase el ritmo de las penetraciones. Cansado de la situación, ya que parecía no querer aumentar los movimientos por dolor, salí de su interior, tirándole de nuevo contra la cama. Separé sus piernas, entrado de lleno. Las lágrimas no se hicieron rogar, empezaron a recorrer sus mejillas sin que dejase de soltar algún que otro chillido. 

-Cálmate o me quedaré atascado… -pero era imposible que se tranquilizase, quién no paraba de intentar embestirle con mi miembro entero era yo. Poco a poco me hice paso a través de sus paredes, logrando lo que deseaba con tan solo una penetración. Sus manos buscaban algo a lo que aferrarse entre tanto sonido de sufrimiento y placer, era momento de pasar a mayores. Apoyando todo mi peso sobre su torso, aumenté las sacudidas que le propinaba con la pelvis, ahora si recorría de lleno sus adentros. 

-Más… -murmuró tan bajo que era casi imposible de escuchar. Su rostro reflejaba el gusto que sentía al acabar accediendo a su petición. Sin detenerme ni un instante, me interesé en hacerle gozar tanto por delante como por detrás. Busqué incesante su erguida hombría y le masturbé de la mejor manera que podía, aunque me resultaba dificultoso, ya que al penetrarle me comportaba rudamente no iba ser menos con las manos. Terminó obsequiándome con sus tentadores sonidos y con algo más, se corrió abundantemente, manchándose incluso así mismo. Exaltado por tal escena, recogí su esencia para poder saborearla despacio –Yamashita… -intentó llamarme la atención, atrayéndome hasta mirarnos prácticamente cara a cara. 

-Dime… -clavé la mirada en la suya. Su respuesta fue clara, se acercó todavía más a mí, hurgando con su lengua en la mía hasta alcanzar su propia corrida. Anonadado y atontado le embestí un par de veces más, llegando ambos al deseado éxtasis, tanto que volví a venirme por última vez, sin salir, lo cual le provocó un sensual escalofrió de arriba a abajo. Estaba agotado, con lo cual tras darlo todo por finalizado me dejé caer encima suya, respirando con dificultad –gracias, Kazuya… -estaba siendo sincero, me había hecho sentir mejor que bien, tanto en el ámbito del sexo como ahora. Tiernamente me rodeó el cuerpo con los brazos, depositando sus labios en mi cabeza. 

-A ti… -sonrió lo más dulcemente posible. Si no fuese por el cansancio no habría dudado en tirármelo de nuevo, a cambio me centré en mirar su rostro durante el poco tiempo que aguanté despierto. No fue mucho ya que me sentía en la gloria cada vez que me mimaba, acariciándome y besándome sin parar, pero lo suficiente para no borrar durante mucho tiempo esa imagen de mi cabeza, hasta la próxima oportunidad en la que pudiésemos fundirnos de nuevo en uno.

2 comentarios:

  1. jajajajajajajaja por tu culpa voy a tener pesadillas con esto XD
    jajajajaja demasiado nasty, Yamapapi!!!
    Kazu-nii necesita màs que eso jajajajajajajajaja
    asi que quiero otro capi màs ñoño XD jajajajajajajaja
    le toca a Kazu-nii llevar el control de la situación la próxima vez XD

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  2. Gosh que prendido estuvo O.O me encanto el encuentro fue un poco salvaje, romantico y super rico jajaja

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