miércoles, 12 de febrero de 2014

Face to Face - Capítulo 01


Capítulo 01
 
En ese preciso instante, me desperté con la cara empapada en sudor helado, seguía vivo. La luz que se colaba a través de la ventana me cegó un momento, ¿cuál era mi actual paradero? Deslicé la mano por la espalda de alguien e imploré que no fuese el mismo error de siempre. El sonido de mi móvil me hizo recobrar finalmente la cordura. 

-Ueda… -pronunció alguien aparentemente angustiado por la otra línea -¿estás bien…? –por su timbre de voz reconocí inmediatamente de quien se trataba, no fue necesario echar un vistazo al número.

-Sí, estoy perfectamente… -tosí y me llevé las manos a la cabeza, indicativo de mi falsedad. Desgraciadamente había sucedido una vez más.

-No has venido a casa en toda la noche, ¿seguro que no ocurre nada…? –continuó interrogándome con insistencia.

-Oye, no puedo hablar ahora mismo… -musité ido –luego me reuniré contigo, adiós… –colgué, quedándome durante un rato inmóvil. La persona que descansaba desnuda a mi lado no se inmutó lo más mínimo, era el momento de marcharme como si nada hubiese pasado jamás. Aturdido, comencé a vestirme para escapar rápidamente de aquella habitación, pero mis pisadas sobre la tarima desvelaron a mi acompañante. 

-¿Ya te vas…? –no era capaz de girarme, de hecho temía mirarle a los ojos –es una lástima… -se quejó y procedió a incorporarse medio despeinado. 

-Por favor, no vuelvas a acercarte a mí, no quiero saber nada más de ti… -concluí realmente afligido, esto no podía continuar así. Tras un pequeño silencio por parte de ambos, salí corriendo de allí.
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Sabía de sobra que tendría que enfrentarme a tantas cosas, que numerarlas en mi cabeza empezaba a suponer un verdadero problema. Temblaba ante la puerta de la oficina, incapaz de extender la mano para sujetar el pomo, los dedos me tiritaban.

-¿Te encuentras bien? –me pilló por sorpresa uno de mis compañeros de grupo, Nakamaru. Últimamente había escuchado incontables veces aquella pregunta, la odiaba y no dejaba de mentir en respuesta a ella. 

-Sí, sólo un poco cansado… -no pareció quedar convencido de la autenticidad de mis palabras, sin embargo dejó pasar el tema y ambos nos adentramos en la sala de reuniones. En cuanto Taguchi me vio, dio un salto de la silla en la que se encontraba sentado, obviamente se le veía preocupado. Los demás miembros disfrutaban de un café y varias charlas sobre los preparativos del concierto que se aproximaba, así que prácticamente ni se percataron de mi presencia. Junnosuke se levantó veloz y me agarró bruscamente por los hombros. 

-¿Dónde estabas…? –elevó un poco la voz, llamando la atención de los presentes. Carraspeé la garganta y sujeté su brazo, alejándole hasta un pequeño rincón en el que nadie alcanzase a escuchar nuestra conversación privada –Tatsuya, ¿puedes explicarme qué hiciste anoche…? –el enfado se apoderaba de la expresión de mi amigo y por supuesto algo más, mi pareja. 

-Lo siento, de verdad… -agaché la cabeza, dispuesto a contarle la verdad de la situación, no obstante sabía de sobra que me dejaría y rompería definitivamente la relación –me quedé dormido en casa de Nakamaru, fuimos a tomar algo y bebí demasiado… -la farsa que narraba me hacía sentir lo peor, rastrero y cruel por engañarle así, pero no poseía la fuerza necesaria para confesarle la triste realidad, al menos no ahora –por temor a que sufriese algún percance, dejó que me quedase en su casa y caí rendido en cuanto me tumbé en la cama, por eso no pude avisarte…

-¿Te imaginas lo mal que lo pasé…? –suspiró, dándome después una dulce caricia en la mejilla –no vuelvas a hacerlo nunca, creí que me daría un infarto cuando no te vi acostado a mi lado esta mañana… –la sonrisa tan carismática que desprendía usualmente volvió a adornar su rostro, era inocente y eso me dañaba el doble. 

-Chicos, os necesitamos aquí, ¿podéis acercaros un momento? –nos reprendió el pequeño Kamenashi, que alzaba la mano. El coloquio se hizo eterno, finalmente no abrí la boca y me limité a quedarme callado, fingiendo atender lo que otros decían con un incierto interés. Mis compañeros se marcharon a tomar un descanso y yo hice lo contrario, me aislé solo en una esquina del cuarto, reprendiéndome una y otra vez sin descanso. El móvil vibró de repente, provocando que me sobresaltase. No me atrevía a sacarlo de la mochila, me aterraba que fuese el individuo que creía. Las llamadas y mensajes se sucedían sin parar, resonaban en mi cabeza, volviéndome loco a cada segundo. 

-Para… -supliqué en voz baja, encogiéndome en medio de la solitaria habitación –detente por favor… -finalmente cogí el teléfono, corroborando que mis sospechas eran ciertas -¡déjame en paz! –apreté los dientes y párpados, estrellando el aparato contra la pared. Pronto dejó de funcionar, lo había destrozado de un solo golpe. Me vine abajo y empecé a llorar, tumbado en el suelo helado. Yuichi oyó el estruendo e irrumpió de nuevo en el lugar, ayudándome a que me incorporase. 

-Tatsuya, ¿qué te sucede…? –atrajo mi cintura contra su cuerpo y me dio un par de bofetones, hasta que reaccioné de nuevo.

-Ayúdame… -rogué casi sin habla, aferrado a su fino cuello –ayúdame, te lo suplico…

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Los días trascurrían y aunque fuese costoso logré medianamente olvidar a mi amante, iba a centrarme solamente en el noviazgo estable que mantenía con Taguchi, pero le sentía distante. Gran parte de la culpa era mía, puesto que mi confidente Nakamaru y yo formamos un nuevo e importante vínculo.

-¿No te supone una molestia venir conmigo al hospital...? –miré la calle desde el interior del coche, jugando a dibujar figuras en la ventanilla.

-No te preocupes, no quieres que nadie se entere de esto, pero necesitas que alguien esté a tu lado, ¿no crees? –posiblemente Junnosuke pensaría que mantenía algún tipo de idilio con Yuichi, los dos éramos conscientes de ello.

-Gracias, en serio… -asentí y puse un pie fuera del vehículo una vez aparcó.

-¿Te acompaño? -preguntó sereno, aunque desviando ligeramente la mirada. 

-No es necesario, puedo ir yo solo –pronuncié, reuniendo el poco valor del que disponía para adentrarme en la clínica. Por fin se había acabado el largo ciclo de pruebas y en cuestión de minutos sería consciente del diagnóstico. No alargaron mucho más mi sufrimiento, los enfermeros me invitaron a acceder al interior de una de las salas, donde se encontraba el doctor que trataba mi caso. 

-Siéntese, Ueda –me indicó respetuosamente, a lo que me situé justo enfrente de él, observándole tan calmado cómo me era posible –verá, he insistido mucho en revisar cualquier dato apreciable en los análisis, lo comenté posteriormente con otros médicos y creo que me hayo ante la respuesta a su falta de memoria y otros variados síntomas –la seriedad en su habla petrificaba a cualquier paciente, mi limité únicamente a suspirar, deseando que revelase el veredicto final –sufre un pequeño trastorno de identidad disociativo –no comprendía a qué se refería, así que le contemplé extrañado –para facilitárselo usaré otro termino menos complicado, tiene doble personalidad –una pequeña punzada perforó mi pecho al enterarme de aquello, ¿qué iba a hacer ahora?

-¿Doble personalidad…? –pregunté, simplemente pretendiendo afirmar la resolución. 

-No se preocupe en exceso, esta existencia de dos o más identidades puede ser paliada con esfuerzo y ganas por salir adelante, ¿de acuerdo? –tras ello se levantó de su cómodo sillón y me ofreció varios folletos informativos –la situación no es demasiado alarmante, de hecho su frecuencia amnésica es relativamente pasable, pero obviamente eso explicaría las diversas situaciones que han estado deteriorando su día a día…

-Pero… -pronuncié a punto de llorar, apretando los papeles con fuerza –esta enfermedad tiene una cura, ¿verdad? –el doctor inclinó la cabeza y se encogió un poco de hombros. Después colocó una mano sobre mi espalda.

-La psicoterapia ayuda, sin embargo tendrá que convivir continuamente con este problema, pues disminuye el grado, pero no hace que desaparezca en su totalidad… –todo cobraba sentido, mi forma de actuar y las repetidas etapas de amnesia. El dolor que sentía lo dejé escapar en forma de amargas lágrimas, me esperaba el mayor trabajo al que tendría que enfrentarme en mi vida.
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-¿Desde cuándo te pasa esto…? –aprisionó el volante entre sus alargados dedos. 

-Me di cuenta hace varios años, antes incluso de entrar al grupo… -susurré increíblemente afectado. Él resopló y dejó caer su espalda hacia atrás, en el respaldo –en realidad me preguntaba qué me ocurría, pero no le di importancia hasta ahora, al notar que se agravaba mi conducta…

-Vale, no hay que sacar las cosas de quicio... –al menos no estaba solo en esta desagradable sorpresa. Yuichi se giró y me dio una arrumaco en el cuello, algo que me animó por muy leve que fuese la muestra de cariño –voy a apoyarte, ¿pero no crees que deberías comunicarle esto a Taguchi?

-¡No! –me negué en rotundo –no se lo digas bajo ningún concepto, seguramente no soportaría la presión de estar saliendo con alguien así, por favor, no… -tiré de la manga de su chaqueta.

-Está bien, pero no secundo tu opinión, por lo tanto si la cosa se complica, se lo contaré, ¿entendido? –me advirtió.
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-Tatsuya, Tatsuya… -repitió mi nombre una y otra vez. Por fin reaccioné, no prestaba realmente atención a lo que llevaba contándome desde hacía ya un rato –últimamente no me atiendes, ¿es que ya no me quieres…?

-Junno… -la expresión que me mostró fue desoladora. Me había preparado una cena romántica para que celebrásemos nuestro primer aniversario, pero mi mente parecía no estar presente –claro que te quiero, no digas tonterías… -refuté algo molesto, aunque en el fondo comprendía que tuviese esa preocupación. Me incorporé de la silla y besé sus labios delicadamente, devolviéndole el ánimo súbitamente. 

-¿Y si tú y yo nos vamos a la cama…? –susurró sensualmente contra mi oreja, haciéndome perder la razón. Asentí y me dejé llevar por sus caricias, la tensión sexual crecía entre nosotros –voy al baño, ¿podrás esperar?

-Claro, no pasa nada –me rasqué la nuca y tomé asiento en el colchón, anhelado que volviese. Empecé a enfadarme a medida que transcurría el tiempo y no daba señales de vida, incluso la lujuria que experimenté había desaparecido. Cuando por fin me decidí a tocar la puerta del servicio, salió -¿te has perdido…? –bromeé con cierto tono de amargura. Pensé que aparecería medio desnudo, no fue así. 

-Kame se ha caído ensayando y al parecer se ha hecho daño en un pie, eso es lo que al menos me ha comentado Nakamaru por teléfono… –sabía de sobra que significaba eso –tenemos que acércanos a ver qué pasa con el tour, tal vez nos toque hacer modificaciones de última hora en la actuación de mañana…

-¿No tenía otro puto momento para lesionarse…? –pronuncié rechinando los dientes. Mi pareja se giró impresionada por la gravedad del comentario, incluso me sorprendí a mí mismo al soltarlo de una manera tan natural.

-Ueda… -negué corriendo y sonreí dubitativamente.

-Lo siento, no pretendía sonar cruel… -sinceramente, me asusté cuando de mi ser salió una frase tan estúpida, tanto que huí del apartamento y esperé a Taguchi en el coche. Afortunadamente la dolencia de Kamenashi fue tratada con antibióticos y mejoró en las horas previas al concierto. Por una parte me alegré de que el espectáculo continuase sin imprevistos, por otra le maldije por estropearme el polvo.
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-Eh, Tatsuya –me llamó la atención un cansado Tanaka –creo que tienes visita, hay alguien fuera preguntando por ti –me indicó la dirección. Aún estaba sudado tras el live, no me había dado tiempo ni a ducharme. La verdad es que no intuía de quien se podía tratar, por lo tanto me encaminé entre bastidores hacía la vestuarios. De repente le vi allí, aguardando solitario con una tenebrosa sonrisa.

-¿Qué cojones haces tú aquí…? –la furia me invadió y le propiné un tremendo empujón, tanto que tuvo que retroceder varios pasos hacia atrás.

-¿Tan desagradable te resulta mi presencia? –por supuesto que era incómodo. Me había costado tanto renegar de él que verle nuevamente era una horrible pesadilla.

-Márchate de aquí y no vuelvas nun… -me besó, sin darme la posibilidad de negarme a ello. Los dos nos enzarzamos en una intensa lucha por ver quien podía más, y efectivamente, perdí. Su lengua se sentía bien al rozar la mía, y la intensidad de su amarre rodeando mi nuca lograba excitarme. Le seguí el juego y acabamos en el suelo, tocando partes del cuerpo que no se apreciaban a simple vista. 

-Te he echado de menos, joder, ¿por qué no quieres saber nada de mí…? –solté un enorme gemido una vez presionó mi entrepierna y observé avergonzado su rostro. La verdad es que en el fondo creía amarle, inexplicablemente. 

-Ryo… -musité. Justo antes de declarar lo que mi alma ansiaba, acercarme más a él, un estruendo nos separó. La persona que nos encontró me dedicó una mirada llena de malestar y confusión, ¿qué iba a hacer ahora que quedaba al descubierto mi infidelidad?

1 comentario:

  1. O________________O
    Anda la osa!
    Pero qué pedazo de inicio para un fic, Iris! o*O*o
    Me ha fascinado, de principio a fin, me lo he vuelto a leer y me volvi a poner toda loquita XD
    es que estos 3 son mi triangulo amoroso favorito de toda la vida! o*O*o y me ha encantado como lo has puesto todo!~
    aunque la verdad me siento un poco mal por Junnis u////uU *lo abraza y el pobre hace cara de "que carajos le pasa ahora a esta loca?! XD" pero se deja abrazar* asi que espero que al final puedo suspirar aliviada por ellos XD y Maru, Maru como siempre es amor!~ Odio el MaruDa porque para mi, Maru y Ueda sólo tienen este tipo de relacion: mejores amigos en las buenas y sobre todo en las malas, no los puedo visualizar como algo mas XD jajajajajaja *excepto en 1 ocasion XD* asi que me ha encantado como les has retratado ^^b
    Simplemente he amado el fic, nena!~

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