En ese preciso instante, me desperté con la cara
empapada en sudor helado, seguía vivo. La luz que se colaba a través de la
ventana me cegó un momento, ¿cuál era mi actual paradero? Deslicé la mano por la
espalda de alguien e imploré que no fuese el mismo error de siempre. El sonido
de mi móvil me hizo recobrar finalmente la cordura.
-Ueda… -pronunció alguien aparentemente angustiado por la otra línea -¿estás bien…? –por su timbre de voz reconocí inmediatamente de quien se trataba, no fue necesario echar un vistazo al número.
-Ueda… -pronunció alguien aparentemente angustiado por la otra línea -¿estás bien…? –por su timbre de voz reconocí inmediatamente de quien se trataba, no fue necesario echar un vistazo al número.
-Sí, estoy perfectamente… -tosí y me llevé las manos a
la cabeza, indicativo de mi falsedad. Desgraciadamente había sucedido una vez
más.
-No has venido a casa en toda la noche, ¿seguro que no
ocurre nada…? –continuó interrogándome con insistencia.
-Oye, no puedo hablar ahora mismo… -musité ido –luego
me reuniré contigo, adiós… –colgué, quedándome durante un rato inmóvil. La
persona que descansaba desnuda a mi lado no se inmutó lo más mínimo, era el
momento de marcharme como si nada hubiese pasado jamás. Aturdido, comencé a
vestirme para escapar rápidamente de aquella habitación, pero mis pisadas sobre
la tarima desvelaron a mi acompañante.
-¿Ya te vas…? –no era capaz de girarme, de hecho temía
mirarle a los ojos –es una lástima… -se quejó y procedió a incorporarse medio
despeinado.
-Por favor, no vuelvas a acercarte a mí, no quiero
saber nada más de ti… -concluí realmente afligido, esto no podía continuar así.
Tras un pequeño silencio por parte de ambos, salí corriendo de allí.
___
Sabía de sobra que tendría que enfrentarme a tantas
cosas, que numerarlas en mi cabeza empezaba a suponer un verdadero problema.
Temblaba ante la puerta de la oficina, incapaz de extender la mano para sujetar
el pomo, los dedos me tiritaban.
-¿Te encuentras bien? –me pilló por sorpresa uno de
mis compañeros de grupo, Nakamaru. Últimamente había escuchado incontables
veces aquella pregunta, la odiaba y no dejaba de mentir en respuesta a
ella.
-Sí, sólo un poco cansado… -no pareció quedar
convencido de la autenticidad de mis palabras, sin embargo dejó pasar el tema y
ambos nos adentramos en la sala de reuniones. En cuanto Taguchi me vio, dio un
salto de la silla en la que se encontraba sentado, obviamente se le veía
preocupado. Los demás miembros disfrutaban de un café y varias charlas sobre
los preparativos del concierto que se aproximaba, así que prácticamente ni se
percataron de mi presencia. Junnosuke se levantó veloz y me agarró bruscamente
por los hombros.
-¿Dónde estabas…? –elevó un poco la voz, llamando la
atención de los presentes. Carraspeé la garganta y sujeté su brazo, alejándole
hasta un pequeño rincón en el que nadie alcanzase a escuchar nuestra
conversación privada –Tatsuya, ¿puedes explicarme qué hiciste anoche…? –el
enfado se apoderaba de la expresión de mi amigo y por supuesto algo más, mi
pareja.
-Lo siento, de verdad… -agaché la cabeza, dispuesto a
contarle la verdad de la situación, no obstante sabía de sobra que me dejaría y
rompería definitivamente la relación –me quedé dormido en casa de Nakamaru, fuimos
a tomar algo y bebí demasiado… -la farsa que narraba me hacía sentir lo peor,
rastrero y cruel por engañarle así, pero no poseía la fuerza necesaria para
confesarle la triste realidad, al menos no ahora –por temor a que sufriese
algún percance, dejó que me quedase en su casa y caí rendido en cuanto me tumbé
en la cama, por eso no pude avisarte…
-¿Te imaginas lo mal que lo pasé…? –suspiró, dándome
después una dulce caricia en la mejilla –no vuelvas a hacerlo nunca, creí que
me daría un infarto cuando no te vi acostado a mi lado esta mañana… –la sonrisa
tan carismática que desprendía usualmente volvió a adornar su rostro, era
inocente y eso me dañaba el doble.
-Chicos, os necesitamos aquí, ¿podéis acercaros un
momento? –nos reprendió el pequeño Kamenashi, que alzaba la mano. El coloquio
se hizo eterno, finalmente no abrí la boca y me limité a quedarme callado,
fingiendo atender lo que otros decían con un incierto interés. Mis compañeros
se marcharon a tomar un descanso y yo hice lo contrario, me aislé solo en una
esquina del cuarto, reprendiéndome una y otra vez sin descanso. El móvil vibró
de repente, provocando que me sobresaltase. No me atrevía a sacarlo de la
mochila, me aterraba que fuese el individuo que creía. Las llamadas y mensajes
se sucedían sin parar, resonaban en mi cabeza, volviéndome loco a cada
segundo.
-Para… -supliqué en voz baja, encogiéndome en medio de
la solitaria habitación –detente por favor… -finalmente cogí el teléfono,
corroborando que mis sospechas eran ciertas -¡déjame en paz! –apreté los
dientes y párpados, estrellando el aparato contra la pared. Pronto dejó de
funcionar, lo había destrozado de un solo golpe. Me vine abajo y empecé a
llorar, tumbado en el suelo helado. Yuichi oyó el estruendo e irrumpió de nuevo
en el lugar, ayudándome a que me incorporase.
-Tatsuya, ¿qué te sucede…? –atrajo mi cintura contra
su cuerpo y me dio un par de bofetones, hasta que reaccioné de nuevo.
-Ayúdame… -rogué casi sin habla, aferrado a su fino
cuello –ayúdame, te lo suplico…
___
Los días trascurrían y aunque fuese costoso logré
medianamente olvidar a mi amante, iba a centrarme solamente en el noviazgo
estable que mantenía con Taguchi, pero le sentía distante. Gran parte de la
culpa era mía, puesto que mi confidente Nakamaru y yo formamos un nuevo e
importante vínculo.
-¿No te supone una molestia venir conmigo al
hospital...? –miré la calle desde el interior del coche, jugando a dibujar
figuras en la ventanilla.
-No te preocupes, no quieres que nadie se entere de
esto, pero necesitas que alguien esté a tu lado, ¿no crees? –posiblemente
Junnosuke pensaría que mantenía algún tipo de idilio con Yuichi, los dos éramos
conscientes de ello.
-Gracias, en serio… -asentí y puse un pie fuera del
vehículo una vez aparcó.
-¿Te acompaño? -preguntó sereno, aunque desviando
ligeramente la mirada.
-No es necesario, puedo ir yo solo –pronuncié,
reuniendo el poco valor del que disponía para adentrarme en la clínica. Por fin
se había acabado el largo ciclo de pruebas y en cuestión de minutos sería
consciente del diagnóstico. No alargaron mucho más mi sufrimiento, los
enfermeros me invitaron a acceder al interior de una de las salas, donde se
encontraba el doctor que trataba mi caso.
-Siéntese, Ueda –me indicó respetuosamente, a lo que
me situé justo enfrente de él, observándole tan calmado cómo me era posible
–verá, he insistido mucho en revisar cualquier dato apreciable en los análisis,
lo comenté posteriormente con otros médicos y creo que me hayo ante la
respuesta a su falta de memoria y otros variados síntomas –la seriedad en su
habla petrificaba a cualquier paciente, mi limité únicamente a suspirar,
deseando que revelase el veredicto final –sufre un pequeño trastorno de
identidad disociativo –no comprendía a qué se refería, así que le contemplé
extrañado –para facilitárselo usaré otro termino menos complicado, tiene doble
personalidad –una pequeña punzada perforó mi pecho al enterarme de aquello,
¿qué iba a hacer ahora?
-¿Doble personalidad…? –pregunté, simplemente
pretendiendo afirmar la resolución.
-No se preocupe en exceso, esta existencia de dos o
más identidades puede ser paliada con esfuerzo y ganas por salir adelante, ¿de
acuerdo? –tras ello se levantó de su cómodo sillón y me ofreció varios folletos
informativos –la situación no es demasiado alarmante, de hecho su frecuencia
amnésica es relativamente pasable, pero obviamente eso explicaría las diversas
situaciones que han estado deteriorando su día a día…
-Pero… -pronuncié a punto de llorar, apretando los
papeles con fuerza –esta enfermedad tiene una cura, ¿verdad? –el doctor inclinó
la cabeza y se encogió un poco de hombros. Después colocó una mano sobre mi
espalda.
-La psicoterapia ayuda, sin embargo tendrá que
convivir continuamente con este problema, pues disminuye el grado, pero no hace
que desaparezca en su totalidad… –todo cobraba sentido, mi forma de actuar y
las repetidas etapas de amnesia. El dolor que sentía lo dejé escapar en forma
de amargas lágrimas, me esperaba el mayor trabajo al que tendría que
enfrentarme en mi vida.
___
-¿Desde cuándo te pasa esto…? –aprisionó el volante
entre sus alargados dedos.
-Me di cuenta hace varios años, antes incluso de
entrar al grupo… -susurré increíblemente afectado. Él resopló y dejó caer su
espalda hacia atrás, en el respaldo –en realidad me preguntaba qué me ocurría,
pero no le di importancia hasta ahora, al notar que se agravaba mi conducta…
-Vale, no hay que sacar las cosas de quicio... –al
menos no estaba solo en esta desagradable sorpresa. Yuichi se giró y me dio una
arrumaco en el cuello, algo que me animó por muy leve que fuese la muestra de
cariño –voy a apoyarte, ¿pero no crees que deberías comunicarle esto a Taguchi?
-¡No! –me negué en rotundo –no se lo digas bajo ningún
concepto, seguramente no soportaría la presión de estar saliendo con alguien
así, por favor, no… -tiré de la manga de su chaqueta.
-Está bien, pero no secundo tu opinión, por lo tanto
si la cosa se complica, se lo contaré, ¿entendido? –me advirtió.
___
-Tatsuya, Tatsuya… -repitió mi nombre una y otra vez.
Por fin reaccioné, no prestaba realmente atención a lo que llevaba contándome
desde hacía ya un rato –últimamente no me atiendes, ¿es que ya no me quieres…?
-Junno… -la expresión que me mostró fue desoladora. Me
había preparado una cena romántica para que celebrásemos nuestro primer aniversario,
pero mi mente parecía no estar presente –claro que te quiero, no digas
tonterías… -refuté algo molesto, aunque en el fondo comprendía que tuviese esa
preocupación. Me incorporé de la silla y besé sus labios delicadamente,
devolviéndole el ánimo súbitamente.
-¿Y si tú y yo nos vamos a la cama…? –susurró
sensualmente contra mi oreja, haciéndome perder la razón. Asentí y me dejé
llevar por sus caricias, la tensión sexual crecía entre nosotros –voy al baño,
¿podrás esperar?
-Claro, no pasa nada –me rasqué la nuca y tomé asiento
en el colchón, anhelado que volviese. Empecé a enfadarme a medida que
transcurría el tiempo y no daba señales de vida, incluso la lujuria que
experimenté había desaparecido. Cuando por fin me decidí a tocar la puerta del
servicio, salió -¿te has perdido…? –bromeé con cierto tono de amargura. Pensé
que aparecería medio desnudo, no fue así.
-Kame se ha caído ensayando y al parecer se ha hecho
daño en un pie, eso es lo que al menos me ha comentado Nakamaru por teléfono…
–sabía de sobra que significaba eso –tenemos que acércanos a ver qué pasa con
el tour, tal vez nos toque hacer modificaciones de última hora en la actuación
de mañana…
-¿No tenía otro puto momento para lesionarse…?
–pronuncié rechinando los dientes. Mi pareja se giró impresionada por la
gravedad del comentario, incluso me sorprendí a mí mismo al soltarlo de una
manera tan natural.
-Ueda… -negué corriendo y sonreí dubitativamente.
-Lo siento, no pretendía sonar cruel… -sinceramente,
me asusté cuando de mi ser salió una frase tan estúpida, tanto que huí del
apartamento y esperé a Taguchi en el coche. Afortunadamente la dolencia de
Kamenashi fue tratada con antibióticos y mejoró en las horas previas al
concierto. Por una parte me alegré de que el espectáculo continuase sin
imprevistos, por otra le maldije por estropearme el polvo.
___
-Eh, Tatsuya –me llamó la atención un cansado Tanaka
–creo que tienes visita, hay alguien fuera preguntando por ti –me indicó la
dirección. Aún estaba sudado tras el live, no me había dado tiempo ni a
ducharme. La verdad es que no intuía de quien se podía tratar, por lo tanto me
encaminé entre bastidores hacía la vestuarios. De repente le vi allí,
aguardando solitario con una tenebrosa sonrisa.
-¿Qué cojones haces tú aquí…? –la furia me invadió y
le propiné un tremendo empujón, tanto que tuvo que retroceder varios pasos
hacia atrás.
-¿Tan desagradable te resulta mi presencia? –por
supuesto que era incómodo. Me había costado tanto renegar de él que verle
nuevamente era una horrible pesadilla.
-Márchate de aquí y no vuelvas nun… -me besó, sin
darme la posibilidad de negarme a ello. Los dos nos enzarzamos en una intensa
lucha por ver quien podía más, y efectivamente, perdí. Su lengua se sentía bien
al rozar la mía, y la intensidad de su amarre rodeando mi nuca lograba
excitarme. Le seguí el juego y acabamos en el suelo, tocando partes del cuerpo
que no se apreciaban a simple vista.
-Te he echado de menos, joder, ¿por qué no quieres
saber nada de mí…? –solté un enorme gemido una vez presionó mi entrepierna y
observé avergonzado su rostro. La verdad es que en el fondo creía amarle,
inexplicablemente.
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ResponderEliminarAnda la osa!
Pero qué pedazo de inicio para un fic, Iris! o*O*o
Me ha fascinado, de principio a fin, me lo he vuelto a leer y me volvi a poner toda loquita XD
es que estos 3 son mi triangulo amoroso favorito de toda la vida! o*O*o y me ha encantado como lo has puesto todo!~
aunque la verdad me siento un poco mal por Junnis u////uU *lo abraza y el pobre hace cara de "que carajos le pasa ahora a esta loca?! XD" pero se deja abrazar* asi que espero que al final puedo suspirar aliviada por ellos XD y Maru, Maru como siempre es amor!~ Odio el MaruDa porque para mi, Maru y Ueda sólo tienen este tipo de relacion: mejores amigos en las buenas y sobre todo en las malas, no los puedo visualizar como algo mas XD jajajajajaja *excepto en 1 ocasion XD* asi que me ha encantado como les has retratado ^^b
Simplemente he amado el fic, nena!~