sábado, 12 de marzo de 2016

Believe in myself


No sabía que me ocurría, pero desde que publiqué mi último libro, ninguna historia me parecía lo suficientemente buena. Frustrado por mi propia impotencia, cerré la tapa del portátil y me recosté en un sofá que había en los pasillos de la empresa. Me quité las gafas y presioné con los dedos el tabique de mi nariz.

–¿Shige...? –abrí los ojos encontrándome con la nariz de Nakamaru justo frente a mi cara, sin poder evitar soltar un grito –Perdona –se incorporó mientras se pasaba la mano por la cabeza –No pretendía asustarte.

–No pasa nada –me mordí el labio, precisamente la persona que menos quería ver se encontraba frente a mí

–Pareces estresado, ¿te encuentras bien? –se sentó a mi lado, parecía bastante preocupado. Levemente giré la cara en otra dirección.

–Estoy bien –sí, estaba mintiendo, pero es que no quería que se enterase de nada. Últimamente ambos habíamos coincidido en un montón de programas, por lo que nuestra extraña relación había avanzado un poco... Pero precisamente por eso era que me encontraba en esa situación. Mi mente estaba demasiado llena de él como para poder concentrarme y escribir una historia decente.

–¿Qué te pasa? –posicionó, seguramente sin ninguna mala intención, su mano sobre mi rodilla, lo que hizo que mi corazón y mi respiración se acelerasen. Tragué saliva, si no le decía algo no iba a parar de preguntar.

–La verdad es que... soy incapaz de pensar en una historia interesante para mi siguiente novela –agaché la cabeza, avergonzado cada vez más ya que no apartaba la mano.

–Eso es completamente normal –fruncí el ceño, ¿estaba insinuando que no era buen escritor? –Por lo general, cuando alguien hace un trabajo tan bueno, detallado, original e innovador, es bastante selectivo, casi todo te parecerá insuficiente porque estás buscando hallar la mejor historia posible –me quedé sorprendido, no me esperaba que me dijese algo así.

–Nakamaru... ¿los has leído? –pregunté temiendo su respuesta.

–Claro, sentí curiosidad, así que compré el primero nada más salió. Y cuando empecé a leerlo, me enganché demasiado. Los siguientes los reservé por internet –confesó rascándose la nuca, haciéndome realmente feliz –Además, te esfuerzas tantísimo en todo lo que haces, que es completamente normal que acabasen gustándome. Deberías confiar más en ti mismo –no pude evitar abrazarme a su cuello.

–¡Gracias! Me has ayudado muchísimo, Nakamaru, eso era lo que necesitaba escuchar –sin darles más explicaciones, volví a mi camerino para ponerme a escribir lo que se me acababa de ocurrir.
_____

El día antes de que saliese a la venta, le llamé y le cité en un café. Me puse mi mejor ropa y le esperé en una mesa. Al verle entrar, el tiempo parecía haberse ralentizado. Una vez tomó asiento le di mi nuevo libro, con una dedicatoria exclusiva en la última página. Le hice prometerme que no miraría el final hasta que terminase de leerlo. Mi confesión de amor hacia Nakamaru Yuichi estaba allí escrita, en tinta de color azul.

No hay comentarios:

Publicar un comentario