lunes, 14 de marzo de 2016

Dreamcatcher


–¡GACKT! –me giré al escuchar mi nombre, sonriendo al verle correr hacia mí. Por lo general debíamos vernos en secreto, nuestra relación no estaría bien vista en Japón por varios motivos, como que ambos éramos hombres, por nuestros trabajos, especialmente el suyo, y por la diferencia de edad. Pero ahora mismo podíamos relajarnos al estar en un país extranjero, en el que no hablaban nuestro idioma ni tenían los medios para reconocernos –Mira lo que he encontrado –se puso de puntillas y colocó sobre mi cuello un colgante que había comprado en un puesto –Es un regalo de agradecimiento por traerme hasta aquí.

–No tenías que molestarte –revolví sus cabellos con mis dedos y luego le tendí mi mano, esperando que la cogiese –Ryosuke, cierra los ojos y quédate quieto.

–¿Eh? ¿Qué ocurre? –se tensó ligeramente haciéndome caso y le quité una pestaña de su mejilla –¿Puedo moverme ya…? –no contesté, en vez de eso, me agaché hasta posicionar mi lengua sobre su barbilla, subiendo muy despacio hasta llegar a sus labios, donde hice un poco de presión hasta que los entreabrió. Coloqué una de mis manos en su cintura y la otra tras su nuca, intensificando de esa manera el beso. Me separé despacio, mirándole con una sonrisa de satisfacción.

–Es tu recompensa por esto –me agarré el colgante con forma de cruz, moviéndolo ligeramente hacia los lados. Me mordí el labio al ver que casi era incapaz de reaccionar y continué andando, sin esperarle.

–¡Oye! –cuando estaba lo suficientemente lejos, le escuché quejarse, corriendo detrás de mí. Me encantaba molestarle para ver sus reacciones –Qué cruel eres… –farfulló al mismo tiempo que ponía una expresión de enfado.

–Si tan malo soy, entonces no volveré a besarte, y mucho menos a tocarte –le contesté sin mostrar emoción alguna, con un tono de voz bastante frío.

–¡No! ¡No hagas eso! ¡Lo retiro! –se colocó delante de mí y me agarró por los brazos –No eres para nada cruel –me aguanté las ganas de sonreír –Y…

–¿Y…? –elevé la ceja esperando a que prosiguiese.

–No quiero que dejes de besarme, ni de tocarme… –le cogí en brazos y cargué con él por el pasillo del hotel, dándole un pequeño beso en la frente.

–Ya que me lo suplicas tanto, te concederé tu deseo –una vez en nuestra habitación, le tumbé en la cama y comencé a desvestirle.
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Cuando se quedó dormido acaricié su rostro y su cabello, empapados de sudor. No tardé mucho en caer rendido, agotado por el esfuerzo.
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Me desperté ya que se removía entre mis brazos, parecía estar teniendo una pesadilla.

–Ryosuke, tranquilo… –le desperté para tranquilizarlo y se abrazó a mí con lágrimas en los ojos.

–Soñé que la empresa se enteraba de lo nuestro y…  –otra vez la misma pesadilla que llevaba repitiéndose durante días.

–No voy a permitir que nadie nos separe. No te preocupes, estaremos juntos siempre –le acomodé entre mis brazos, cantándole al oído hasta que se durmió.

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