Caminaba con dificultad, mis pies se hundían en la nieve. En
cualquier otra situación una ventisca no me frenaría, pero el hambre había
hecho que mi fuerza sobrehumana se debilitase.
–Necesito
beber… –susurraba entre gemidos. A cada minuto que pasaba, me volvía más lento,
hasta que sin fuerzas me desplomé en el suelo.
–¿Estás bien? –entreabrí los ojos intentando otorgarle una identidad a aquella desconocida voz, sin embargo la iluminación del lugar me impedía vislumbrar con claridad. Aunque por suerte me acostumbré rápido. Mi mirada recorrió la estancia, era un pequeño salón, decorado únicamente con dos viejos sofás, una mesa pequeña y un antiguo televisor. También había una chimenea encendida en el centro.
–Hambre…
–me mordí el labio, incorporándome cuando mi cuerpo entró en calor. Despacio me
llevé una mano a la boca, mis colmillos se habían asomado por la comisura de
mis labios. Tenía que actuar deprisa o esa persona se daría cuenta.
–No
es gran cosa pero… te hice una sopa, tómatela, seguro que así entrarás en calor
–le miré fijamente, con el ceño fruncido. Me había salvado la vida, pero no por
haberme sacado de aquella situación, sino porque ahora tenía a mi disposición
su sangre. Cuando fui a abalanzarme sobre él, algo en su mirada me detuvo, frenando
mis más salvajes instintos.
–Mierda…
–chasqueé la lengua cuando por culpa de esa sensación, mis colmillos se
esfumaron. ¿Y ahora que se supone que iba a hacer…? ¿Morirme por inanición…? Eso
jamás, no me quedaba otra, tendría que actuar con normalidad hasta que pudiese
alimentarme –Que aproveche… –farfullé y agarré la cuchara para empezar a comer.
Traté de evitar mi mala cara, pero la comida humana no sabía nada bien para nuestra
especie.
–¿Te gusta? –asentí y rápidamente devoré el plato, cuanto antes se acabase esa
tortura, mejor. Observé por el rabillo del ojo como sonreía completamente
aliviado –Menos mal, me asusté bastante cuando te vi tirado en mitad de la
calle. Es genial que tengas semejante apetito… –no dije nada, y él continuó
hablando –Me llamo Nakamaru, encantado de conocerte.
–Kame
–susurré de mala gana, este humano me hacía sentir extraño, y eso me ponía de
malhumor. Y a pesar de estarme comportando como un borde, su sonrisa no
desaparecía.
–Descansa
un rato, te vendrá bien –se incorporó, señalando unas escaleras –Estaré arriba. Sí necesitas algo, avísame. Sé que no es ningún lujo, pero puedes quedarte
el tiempo que precises –expresó gentilmente antes de marcharse.
Al
cabo de unas horas, subí a su cuarto con la intención de beber su sangre. Sigilosamente
me coloqué a su lado, dormía profundamente. Despacio clavé mis colmillos en su
cuello. Siempre me alimentaba hasta asesinar a mi víctima, pero esa vez fui
incapaz. Me senté a su lado, acariciando sus cabellos a la espera de que cesase
la ventisca. Cuando el tiempo mejoró, me fui, no sin antes dejarle una nota.
“Gracias
por la comida, estuvo deliciosa. Volveremos a vernos, esto no ha hecho más que
empezar.
Kamenashi Kazuya.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario