jueves, 10 de marzo de 2016

Lost my Way


Caminaba con dificultad, mis pies se hundían en la nieve. En cualquier otra situación una ventisca no me frenaría, pero el hambre había hecho que mi fuerza sobrehumana se debilitase.

–Necesito beber… –susurraba entre gemidos. A cada minuto que pasaba, me volvía más lento, hasta que sin fuerzas me desplomé en el suelo.
_____

–¿Estás bien? –entreabrí los ojos intentando otorgarle una identidad a aquella desconocida voz, sin embargo la iluminación del lugar me impedía vislumbrar con claridad. Aunque por suerte me acostumbré rápido. Mi mirada recorrió la estancia, era un pequeño salón, decorado únicamente con dos viejos sofás, una mesa pequeña y un antiguo televisor. También había una chimenea encendida en el centro.

–Hambre… –me mordí el labio, incorporándome cuando mi cuerpo entró en calor. Despacio me llevé una mano a la boca, mis colmillos se habían asomado por la comisura de mis labios. Tenía que actuar deprisa o esa persona se daría cuenta.

–No es gran cosa pero… te hice una sopa, tómatela, seguro que así entrarás en calor –le miré fijamente, con el ceño fruncido. Me había salvado la vida, pero no por haberme sacado de aquella situación, sino porque ahora tenía a mi disposición su sangre. Cuando fui a abalanzarme sobre él, algo en su mirada me detuvo, frenando mis más salvajes instintos.

–Mierda… –chasqueé la lengua cuando por culpa de esa sensación, mis colmillos se esfumaron. ¿Y ahora que se supone que iba a hacer…? ¿Morirme por inanición…? Eso jamás, no me quedaba otra, tendría que actuar con normalidad hasta que pudiese alimentarme –Que aproveche… –farfullé y agarré la cuchara para empezar a comer. Traté de evitar mi mala cara, pero la comida humana no sabía nada bien para nuestra especie.

–¿Te gusta? –asentí y rápidamente devoré el plato, cuanto antes se acabase esa tortura, mejor. Observé por el rabillo del ojo como sonreía completamente aliviado –Menos mal, me asusté bastante cuando te vi tirado en mitad de la calle. Es genial que tengas semejante apetito… –no dije nada, y él continuó hablando –Me llamo Nakamaru, encantado de conocerte.

–Kame –susurré de mala gana, este humano me hacía sentir extraño, y eso me ponía de malhumor. Y a pesar de estarme comportando como un borde, su sonrisa no desaparecía.

–Descansa un rato, te vendrá bien –se incorporó, señalando unas escaleras –Estaré arriba. Sí necesitas algo, avísame. Sé que no es ningún lujo, pero puedes quedarte el tiempo que precises –expresó gentilmente antes de marcharse.

Al cabo de unas horas, subí a su cuarto con la intención de beber su sangre. Sigilosamente me coloqué a su lado, dormía profundamente. Despacio clavé mis colmillos en su cuello. Siempre me alimentaba hasta asesinar a mi víctima, pero esa vez fui incapaz. Me senté a su lado, acariciando sus cabellos a la espera de que cesase la ventisca. Cuando el tiempo mejoró, me fui, no sin antes dejarle una nota.

“Gracias por la comida, estuvo deliciosa. Volveremos a vernos, esto no ha hecho más que empezar.
Kamenashi Kazuya.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario