jueves, 24 de marzo de 2016

Help Me!


Bajé del coche y dando zancadas me encaminé hacia el apartamento de Kamenashi. Había recibido un mensaje suyo minutos antes, en el que aparentemente reflejaba cierto agobio. Se trataba de una situación de emergencia y yo no podía estar más asustado.

Llamé varias veces al timbre, mi pierna se movía sola a consecuencia del nerviosismo. Escuché ruido y por fin se abrió la puerta.

-¡Kame!, ¿estás herido…? –alargué mis brazos e intente agarrar los hombros de mi amigo, pero algo lo impidió. Kazuya sostenía entre sus manos un niño, lo alejaba de él y al mismo tiempo lo aproximaba hasta mi posición -¿y ese bebé…? –señalé a la criatura.

-Nakamaru, menos mal que has venido… -suspiró aliviado –llevo horas intentando calmar su llanto y es imposible –me detuve a contemplar el rostro del crio, sorprendentemente era idéntico a Kamenashi.

-No me lo puedo creer… -compraré los rasgos de cada uno y me llevé las manos a la cabeza -¿tienes un hijo y no me has dicho nada…?

-Es mi sobrino… –aclaró enfadado. Los dos nos dirigimos hasta el salón y tuve que pasar de puntillas por encima de la multitud de juguetes que se amontonaban en el suelo.

-Kazuya, lo siento, me temo que has contactado con la persona equivocada… -y era cierto, desgraciadamente no poseía las cualidades indispensables para cuidar de alguien menor que yo.

-Le he dado de comer, también he cambiado su pañal y no hay manera… -hizo una reverencia e insistió un poco más –por favor, no sabía a quién acudir, me da miedo que le pueda pasar algo malo… -su tristeza me conmovió y decidí coger al bebé.

-Trae, deja que te ayude –Kamenashi sonrío agradecido y me invitó a tomar asiento en el sofá. Recosté al niño encima de mis piernas e inmediatamente dejó de sollozar, incluso bostezó mientras acunaba su cuerpo.

-Maru, es increíble, lo has conseguido… -los parpados del bebé se cerraban y finalmente se durmió.

-Sí, lo he logrado… -pronuncié asombrado y me levanté para acostar al niño en su cuna. La emoción me invadía, acaba de descubrir una nueva faceta de mí. Kamenashi y yo nos relajamos por fin y emprendí una conversación –¿te han dejado a cargo del niño?

-Eso parece, aunque no me desagrada… -se encogió de hombros.

-Si en algún momento necesitas ayuda o te domina el temor, avísame de nuevo y vendré de inmediato –sugerí avergonzado.

-En el fondo serías un buen padre… -y tras emitir aquella frase posó los labios en mi mejilla –voy a preparar té, ahora vuelvo –afortunadamente abandonó la sala y no se percató del calor que desprendía mi piel.
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-Adiós Yuichi, y gracias -llegó la hora de irme a casa y Kamenashi me acompañó al pasillo.

-Hasta la próxima… -me dispuse a salir a la calle cuando el bebé se puso a gimotear otra vez. Me giré y al contemplar la expresión de Kazuya solté una tenue risa, irremediablemente nos tocaría dormir juntos por un bien mayor.

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