lunes, 7 de marzo de 2016

Bokura no Yakusoku


El mundo que conocía se vino abajo de repente. Taguchi llevaba tiempo replanteándose si debía renovar su contrato con la empresa, pero cuando finalmente tomó la decisión de abandonar a principios de abril, sentí que de nuevo una parte de mí mismo se apagaba.

–Junno… sé que nada de lo que te diga va a hacerte cambiar de opinión pero, ¿de verdad estás seguro de esto? –susurré como pude mientras agarraba desesperado su brazo.

–Lo siento, Nakamaru… –me contestó, sabía mejor que nadie que eso debía ser mucho más doloroso para él que para ninguno de nosotros, pero aún así, estaba cansado de perder a mis compañeros, y lo que es peor, a mis amigos. Negué despacio con la cabeza.

–Entonces –cerré los ojos soltando un profundo suspiro para continuar con una sonrisa –Aprovechemos el tiempo que nos queda juntos –era todo lo que podía decirle, aunque para nada me sentía con fuerzas ni ganas de sonreír.
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Los demás reaccionaron igual que yo al enterarse. En ese momento necesitaban hablar a solas con Taguchi, al igual que yo tuve mi oportunidad el día anterior tras finalizar nuestra radio, así que abandoné la sala de reuniones, dejándoles intimidad.

Una vez en el baño, abrí el grifo, refrescándome la cara para tratar de calmarme. Mientras me secaba con la toalla vi por el rabillo del ojo como Kamenashi entraba en el servicio.

–No pensé jamás que acabaría tomando esa decisión –le escuché comentar a medida que se acercaba hacia mi dirección.

–Lo sé… en el fondo le entiendo… –me giré, apoyando mi espalda sobre la pared, cruzando los brazos sobre mi propio pecho –Todos, por un motivo u otro, nos han acabado abandonando… –las lágrimas brotaron desde mis ojos precipitándose por mis mejillas con rapidez –En realidad no, no lo entiendo –apreté mis puños con fuerza –¿¡Por qué, Kame!? ¿Por qué razón nos dejan? ¿A nosotros y a KAT-TUN? Se suponía que los seis estaríamos juntos siempre… –llevaba demasiado tiempo con esa espina clavada, en dos ocasiones pude comportarme como el adulto que se suponía que era, pero esta tercera vez no pude evitar estallar.

–Nakamaru… –los brazos del menor me rodearon con gentileza, mientras sus manos rozaban mi nuca –Yo no te voy a abandonar, estaré siempre a tu lado –poco a poco, gracias a sus palabras y a su abrazo, fui calmándome, quedándome completamente relajado por sus caricias, al igual que un bebé se tranquiliza cuando lo acunan sus padres.

–¿Hablas en serio? –susurré, temía que en el fondo tan solo quisiera consolarme y que al final me dejase atrás como todos los demás.

–Completamente, es una promesa, Nakamaru –gentilmente sujetó mis hombros, como siempre solía hacer, mostrando una resplandeciente sonrisa.

–¿Una promesa? Entonces debemos sellarla para que no podamos romperla jamás –susurré, robándole un beso. Kame me correspondió, moviendo sus labios dulcemente contra los míos.

–Será nuestra promesa.

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