El mundo que conocía se vino abajo de repente. Taguchi llevaba tiempo replanteándose si debía renovar su contrato con la empresa, pero cuando finalmente tomó la decisión de abandonar a principios de abril, sentí que de nuevo una parte de mí mismo se apagaba.
–Junno… sé que nada de lo que te diga va a hacerte cambiar de opinión pero, ¿de verdad estás seguro de esto? –susurré como pude mientras agarraba desesperado su brazo.
–Lo
siento, Nakamaru… –me contestó, sabía mejor que nadie que eso debía ser mucho
más doloroso para él que para ninguno de nosotros, pero aún así, estaba cansado
de perder a mis compañeros, y lo que es peor, a mis amigos. Negué despacio con
la cabeza.
–Entonces
–cerré los ojos soltando un profundo suspiro para continuar con una sonrisa –Aprovechemos
el tiempo que nos queda juntos –era todo lo que podía decirle, aunque para nada
me sentía con fuerzas ni ganas de sonreír.
_____
Los
demás reaccionaron igual que yo al enterarse. En ese momento necesitaban hablar
a solas con Taguchi, al igual que yo tuve mi oportunidad el día
anterior tras finalizar nuestra radio, así que abandoné la sala de reuniones, dejándoles intimidad.
Una
vez en el baño, abrí el grifo, refrescándome la cara para tratar
de calmarme. Mientras me secaba con la toalla vi por el rabillo del ojo como Kamenashi
entraba en el servicio.
–No
pensé jamás que acabaría tomando esa decisión –le escuché comentar a medida que
se acercaba hacia mi dirección.
–Lo
sé… en el fondo le entiendo… –me giré, apoyando mi espalda sobre la pared,
cruzando los brazos sobre mi propio pecho –Todos, por un motivo u otro, nos han
acabado abandonando… –las lágrimas brotaron desde mis ojos precipitándose por
mis mejillas con rapidez –En realidad no, no lo entiendo –apreté mis puños con
fuerza –¿¡Por qué, Kame!? ¿Por qué razón nos dejan? ¿A nosotros y a KAT-TUN? Se
suponía que los seis estaríamos juntos siempre… –llevaba demasiado tiempo con
esa espina clavada, en dos ocasiones pude comportarme como el adulto que se
suponía que era, pero esta tercera vez no pude evitar estallar.
–Nakamaru…
–los brazos del menor me rodearon con gentileza, mientras sus manos rozaban mi nuca –Yo no te voy a abandonar, estaré siempre a tu lado –poco a poco,
gracias a sus palabras y a su abrazo, fui calmándome, quedándome completamente relajado
por sus caricias, al igual que un bebé se tranquiliza cuando lo acunan sus
padres.
–¿Hablas
en serio? –susurré, temía que en el fondo tan solo quisiera consolarme y que al
final me dejase atrás como todos los demás.
–Completamente,
es una promesa, Nakamaru –gentilmente sujetó mis hombros, como siempre solía
hacer, mostrando una resplandeciente sonrisa.
–¿Una
promesa? Entonces debemos sellarla para que no podamos romperla jamás –susurré,
robándole un beso. Kame me correspondió, moviendo sus labios dulcemente contra
los míos.
–Será
nuestra promesa.
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