Estaba
tan tranquilo viendo la televisión cuando sonó el timbre. Chasqueando la lengua
me incorporé y abrí la puerta, encontrándome a dos mocosos al otro lado, uno de
ellos era mi pareja de casi 26 años, el otro iba dentro de un carro. Me quedé
sorprendido, el crío no debería tener más de dos años.
–Takaki, ¿me puedes explicar esto? –me quedé mirándole fijamente, de brazos cruzados –¿Tienes un hijo y me lo has estado ocultando? –traté de bromear un poco, aunque de verdad me aterraba la idea de que eso fuese cierto.
Al cabo de un rato, Kyo comenzó a llorar y me imaginé que podría tener hambre, así que dejé que Yuya lo consolase mientras yo iba a prepararle un puré. Cuando regresé, lo sentó en el carro y me ofrecí a darle de comer.
–Koki,
¿te importa si pasamos? –lo miré fijamente y me hice a un lado, elevando la
ceja –Gracias –en cuanto entraron cerré la puerta. Esperé a que tomase asiento
para empezar a hablar.
–Takaki, ¿me puedes explicar esto? –me quedé mirándole fijamente, de brazos cruzados –¿Tienes un hijo y me lo has estado ocultando? –traté de bromear un poco, aunque de verdad me aterraba la idea de que eso fuese cierto.
–No,
por supuesto que no es eso –negaba rápidamente al mismo tiempo que sacaba al
bebé del carro para sentarlo a su lado –Este es Kyo, mi primo pequeño, su padre
me ha pedido que le cuidase durante unas horas… y bueno, enseguida pensé en ti,
ya que siempre me hablas con una sonrisa de aquella vez que fuiste al parque de
atracciones con los hijos de tu amigo –ahora que me fijaba en el pequeño, sí que
era verdad que se daban un cierto aire. Me senté despacio al lado de ambos.
–Así
que Kyo, ¿eh? Yo soy Koki, encantado –con dulzura le acaricié el cabello, pero su
reacción fue abrazarse corriendo a Yuya –Creo que no le caigo demasiado bien…
–Que
va, es que es muy tímido –tenía que hacer algo para gustarle, ¿pero el qué?
–¡Ya
está! –me levanté para ir a mi cuarto, en busca de mi linda perrita –Kyo, esta
es Sakura, mi princesa –se la presenté completamente orgulloso, atento a su
reacción. En cuanto la dejé en el sofá, el niño gateó hacia ella, comenzando a acariciarla
con una enorme sonrisa –Parece que se gustan –miré a Takaki enternecido.
–Eso
parece, pero no tanto como tú me gustas a mí –abrí los ojos sorprendido ante su
respuesta, para después pasar el brazo por detrás de sus hombros, vigilando de
reojo lo que hacían los dos.
Al cabo de un rato, Kyo comenzó a llorar y me imaginé que podría tener hambre, así que dejé que Yuya lo consolase mientras yo iba a prepararle un puré. Cuando regresé, lo sentó en el carro y me ofrecí a darle de comer.
–Es
realmente adorable, se nota que lleva los genes de la familia Takaki en la
sangre –eso le hizo sonrojarse. Nada más terminarse la comida, se quedó
completamente dormido. En ese momento Yuya miró su reloj.
–Es
tarde ya, es hora de llevarlo a casa –les acompañé hasta el rellano y esperé
con ellos hasta que llegó el ascensor, pero antes de que se cerrasen las
puertas le agarré del brazo.
–Lo
de hoy ha sido fantástico, tal vez deberíamos plantearnos adoptar nosotros uno –y
con una sonrisa observé cómo Yuya se sonrojaba y las puertas se cerraban.
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